Entender a Fito Páez es entender una buena parte de la historia latinoamericana. Una historia que tiene que ver con represión, conflictos políticos y, en el caso de Fito, haberse rebelado contra una dictadura.
Fito Páez pertenecía a la “Trova Rosarina” que vivió su momento de auge a principios de la década de los ochenta. Un movimiento que puso en el mapa a todos los artistas de Argentina, que en ese momento estaban encontrando su voz. Se mezcló con el rock en español y después las fronteras desaparecieron. Era un solo movimiento musical.
Pero lo verdaderamente importante es que uno puede ver hoy a Fito Páez como el cantante clásico de éxitos como “El amor después del amor” o “Mariposa Tecnicolor”, pero en esos años eran jóvenes que le cantaban a otros jóvenes y que estaban convencidos de que la música podía derribar al sistema. La música, más que las armas, era lo que iba a hacer despertar las conciencias.
Platicaba con él sobre el panorama de la música actual y de la vida. Vestido de amarillo, con una playera color rojo, era casi hipnotizante escucharlo hablar: “El oprimido no se da cuenta que está oprimido y ayuda al opresor sin darse cuenta. Lo digo en términos de libertad: tenemos que pensar cómo ejercer una voluntad independiente, cómo poder pensar fuera de los mandatos de los medios de comunicación, de la cultura y no dejarse invadir por el bombardeo que nos ofrecen las pantallas que nosotros mismos fabricamos”.
Le pregunté cómo podemos vivir fuera de los algoritmos que parece que controlan todo: “Sabemos que hay poderes, hay industrias que nos alejan de lo más importante: el beso, el amor, el abrazo. Y bueno, es muy difícil sentarte en una mesa de discusión con personas que no están preparadas para pensar en otra cosa que no sea el dinero. Se acabaron los debates intelectuales, es ir solo por el dinero”.
“Yo crecí en otro mundo”, me dijo “El mundo cambia, cambia constantemente. No hay que pensar en los algoritmos, hay que sentarse a tocar el piano. Y crear: los momentos de creación son en soledad. Encontrar la sensibilidad: porque hay algo ingobernable en el mundo, hay algo que no van a poder dominar. Yo formo parte de esa legión.”
¿De dónde viene la inspiración de Fito Páez? ¿De dónde viene su voz? me preguntaba “Yo digo que el pensamiento es la forma de producción que no cesa nunca. La música popular en América vino a luchar contra las dictaduras militares. En contra de esos asentamientos políticos e industriales, se generaron estéticas en este continente que son alucinantes. El rock en español es una de ellas. Victor Jara en Chile, Violeta Parra como otro símbolo fuerte de la lucha en contra de ese horror. Y por otro lado en Brasil surge Caetano Veloso o Los Saicos en Perú. Y bueno, eso está en el marco de una rebeldía, una lucha en contra un opresor y se generaron estéticas que fueron inolvidables. Aunque por el momento, parece que eso también está pasando rápidamente, la máquina del olvido consume cada vez más rápido y a más velocidad. Posiblemente ya esté en el borde de la extinción”, me dijo con filosofía. Pero no hay que olvidar lo más importante, querido Fito, y la lección que nos deja una vida como la tuya: que la música puede cambiar al mundo.