Estamos adentrándonos a la estación del año por la que transcurre la Madre Tierra después del equinoccio del 23 de septiembre. El inicio del otoño es el tiempo de la Tierra en el que entramos a lo que en un día de 24 horas equivale al atardecer.
El equinoccio de otoño se asocia con la cosecha, con el recuerdo positivo y la gratitud por aquello que hemos recibido de nuestros antepasados. En los conocimientos de la geometría sagrada esta estación se asocia con la figura del icosaedro, con el cuerpo emocional, con el campo del corazón, y con la glándula Timo, en la que se alojan nuestras memorias de la infancia.
El otoño es un gran momento para fortalecer, estrechar y sanar nuestros vínculos de familia, de romance y de amistad. Es el tiempo de la naturaleza en el que la intuición y el sentido del gusto se agudizan. Se relaciona con los signos astrológicos de agua: Cáncer, Escorpión y Piscis, así que podemos estar más emotivos y nostálgicos, pero también podemos aprovechar esto para limpiar las emociones mediante el perdón, la generosidad, la alegría, la fe y el misticismo en lugar de dejarnos embargar por estos sentimientos.
En otoño es estupendo estar en familia, socializar y disfrutar de nuestras buenas relaciones, pues se abre la oportunidad para recomponer lo que tiene que ver con nuestro aspecto emocional y con nuestros vínculos, tanto con otros seres humanos como con la vida y con lo que consideremos divino. Es propicio para hacer convivios alrededor del fuego, de la cocina, y para regalarnos momentos de calidad a través de la elaboración culinaria y de todo lo que tenga que ver con el paladar y con el buen comer.
Este es un excelente periodo para ofrecer, ofrendar, orar, honrar, y agradecer, para escuchar cánticos y música sacra, bailar libremente, mantralizar, y dejar fluir la escritura o el dibujo automáticos dándole espacio al ejercicio del hemisferio derecho del cerebro y a la voz interior. Hacernos conscientes de esto permite que trabajemos con las fuerzas constructivas de la naturaleza a nuestro favor, lo que nos dota de más fuerza para nuestras creaciones. Es muy sanador cantar o pronunciar el sonido sagrado en inglés: I’Am, que significa “Yo Soy”, para llenarnos el corazón de fuerza Crística y conectarnos con la Divina Llama de Fuego mientras se mantiene la imagen del Sol en la mente, lo que hace posible despertar nuestros poderes espirituales dormidos, ya que “Yo Soy el que Soy” expresa el origen mismo de Dios.
Este sonido de alta vibración espiritual hará que su vida dirija el rumbo hacia su meta más elevada y hacia su continuo automejoramiento. A decir de varios importantes Maestros espirituales vivos, como el Dr. Joseph Michael Levry, nos acercamos cada vez más rápidamente al momento en que se levantará el velo de ilusión que cubre al mundo. A medida que este velo se eleve, se revelará el reino de la luz, de la sabiduría y del amor. Un nuevo universo está naciendo actualmente, trayendo consigo una alta energía vibratoria no sólo a la Tierra, sino a cada partícula de existencia, cada universo paralelo y cada forma de vida en este reino y en otros.
Es como si la conciencia animal se apaciguara progresivamente para que el ser humano pueda aparecer en su pureza original. Por eso por todas partes vemos evidencia de la batalla entre la luz y las tinieblas, entre la cabeza y el corazón, o entre el aspecto animal y su resistencia ante la llegada del ser humano espiritual, lo que provoca un efecto especial de separación y dispersión de la conciencia en el que las personas experimentamos mucho estrés mental, emocional y/o físico que puede afectar las relaciones con amigos, seres queridos y con uno mismo.
Así que podemos muy bien sacar provecho del tiempo otoñal para que logremos cerrar estas brechas con mayor facilidad y estar listos para los cambios por venir.