El sesgo sobre México en la narrativa electoral estadounidense

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Foto: (Especial)

Hace unos días se celebró en Estados Unidos el segundo debate entre los candidatos del Partido Republicano a la presidencia de ese país. Los contendientes manifestaron posturas de línea dura respecto a temas que tienen que ver con México. Hablaron de asegurar la frontera, militarizarla, e incluso enviar fuerzas castrenses al sur para combatir, según ellos, el tráfico de personas y de drogas, sobre todo de fentanilo.

La campaña electoral hacia 2024 está en marcha. Desde la administración del expresidente Donald Trump, los republicanos se han desplazado hacia la derecha en materia de inmigración, y las propuestas extremas son las que más se escuchan en el partido. Intentan usar el tema como un arma en contra del presidente Joe Biden y los demócratas, pero en su discurso mezclan y confunden dos temas: el paso de inmigrantes irregulares y el tráfico de drogas, respecto al cual, además, omiten la evidencia de que la gran mayoría de los opiáceos se introducen de contrabando a Estados Unidos por vía terrestre en puntos de entrada legales.

La retórica electoral republicana no separa estos dos fenómenos ⎯migración y narcotráfico⎯, por tanto, las soluciones que plantea en realidad no atacan el problema. Además, como expresé en otros espacios, se trata de aseveraciones injerencistas y que atentan en contra de nuestra soberanía. Lejos de conducir a una posible salida a los problemas de seguridad y salud, actuar según esta narrativa impediría la cooperación bilateral.

En el debate entre los candidatos republicanos, el empresario Vivek Ramaswamy ⎯afiliado al partido⎯ expresó que la solución para evitar el contrabando de drogas es sellar la frontera sur, militarizarla. El senador Tim Scott afirmó que “todos los condados de Estados Unidos son ahora fronterizos”. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, insistió en desplegar fuerzas especiales en México para atacar a los cárteles. El exgobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, aseguró que enviaría a la Guardia Nacional a la frontera el “primer día” de su presidencia. Por su parte, Nikki Haley, exgobernadora de Carolina del Sur, pidió suspender los fondos federales para las ciudades santuario que dan auxilio a personas inmigrantes recién llegadas. El exvicepresidente Mike Pence manifestó que es preciso arreglar “un sistema de inmigración fallido”, además de asegurar la frontera sur.

El Partido Republicano busca llegar a la proporción de votantes que perciben a la inmigración irregular como un problema. En este sentido, una encuesta de Gallup del año pasado reportó que el 69 por ciento ⎯una fracción récord⎯ de republicanos querían menos inmigración en Estados Unidos. Asimismo, un estudio reciente del Pew Research Center reveló que el 79 por ciento de simpatizantes de esta formación conservadora está a favor de más deportaciones de inmigrantes que se encuentran de manera irregular en la Unión Americana, y que el 91 por ciento quiere mayor seguridad fronteriza.

Pese a estos indicadores, personas expertas consideran que, en general, el radicalismo puede desanimar a las y los votantes independientes, a las mujeres de los suburbios, a la población de origen latino y a las y los más jóvenes de votar a favor de esta fuerza política.

El estudio del Pew Research Center muestra también que los demócratas otorgan mayor importancia a encontrar vías para legalizar el estatus de quienes ingresaron al país de manera irregular, sobre todo cuando eran niños. Ahora, frente a la llegada masiva de personas sin documentos a las ciudades santuario, lejos de la frontera, los demócratas están de acuerdo con que los líderes deben hacer más para evitar escalar el problema, aunque no hay consenso sobre qué acciones tomar.

Es paradójico que la narrativa electoral adversa a la migración irregular y, en general, a México, ocurra al mismo tiempo que la colaboración institucional entre los dos países avanza y se fortalece. En estos días se habrán llevado a cabo los diálogos en asuntos económicos y de seguridad del más alto nivel, en los que se revisan los resultados de los mecanismos establecidos para reforzar la cooperación bilateral: el Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y el Entendimiento Bicentenario en materia de seguridad. Ambos eventos son consistentes con la idea de que sólo mediante el diálogo será posible resolver los problemas conjuntos. Pensar en un camino unilateral únicamente empeoraría los problemas, además de que pondría en riesgo la vital relación entre vecinos.

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