Los retos que vienen en Guatemala

El presidente electo de Guatemala, Bernardo Arévalo y la vicepresidenta electa, Karin Herrera. Foto: (Especial)

El 5 de septiembre pasado, en Guatemala, Bernardo Arévalo y Karin Herrera —del partido progresista Movimiento Semilla— recibieron del Tribunal Supremo Electoral (TSE) sus constancias como próximos presidente y vicepresidenta del país, respectivamente, tras los comicios de segunda vuelta. Semilla nació en 2014, cuando un grupo de personas del ámbito académico e intelectual y profesionales jóvenes dieron voz al descontento en contra de la corrupción que llevó a la dimisión del entonces presidente Otto Pérez Molina.

El panorama para Arévalo presenta una serie de obstáculos, en gran parte por la resistencia de un pequeño grupo con privilegios que se niega a la transformación en el país. Esta animadversión se ha manifestado en los ataques que la Fiscalía emprendió en contra de Movimiento Semilla, con el propósito aparente de obstaculizar la transición del poder en enero de 2024.

A favor del nuevo presidente está el respaldo de la mayoría ciudadana a su plan para luchar contra la corrupción, y el apoyo de la comunidad internacional y de actores no gubernamentales. Para Arévalo será importante tejer alianzas con figuras clave dentro o fuera del Gobierno. Por su parte, el mandatario actual, Alejandro Giammattei, aseguró que se respetará la voluntad soberana del pueblo y que promoverá una transición pacífica del poder.

Arévalo nació en Uruguay (su padre se exilió en 1954) y creció en Venezuela, Chile y México antes de regresar a Guatemala. Se desempeñó como cónsul en Israel, viceministro de Exteriores y embajador en España. Previamente a ser candidato a la Presidencia fue diputado. Ha reiterado que su prioridad más urgente es frenar la corrupción y considera que para generar desarrollo es necesario atender áreas como salud, educación, empleo, producción agrícola e infraestructura, entre otras. Como parte de sus primeras acciones, el nuevo equipo contempla aprobar una ley antimonopolio —Guatemala es el único país de Centroamérica que no tiene uno— y reducir los costos excesivos de electricidad y medicamentos.

Pese al claro triunfo de Arévalo en los comicios, los ataques de la Fiscalía no cesan. Ha buscado desde suspender la personalidad jurídica del partido Movimiento Semilla hasta allanar —varias veces— las instalaciones del Tribunal Supremo Electoral. El mandatario electo señaló que estos embates obedecen a la intención de promover un golpe de Estado, por lo que llamó a la ciudadanía a defender la democracia. La gente respondió a esta convocatoria y grupos indígenas y campesinos, sobre todo, se manifestaron en contra de la Fiscalía. De manera paralela, el tribunal más alto de Guatemala instó a generar las condiciones para una toma de poder pacífica y estable.

En este contexto, la comunidad internacional respalda la transición en Guatemala y transmitió su solidaridad y apoyo a Arévalo, incluyendo al presidente Andrés Manuel López Obrador. Asimismo, la Organización de los Estados Americanos (OEA) anunció el envío de una delegación para mediar la crisis, en respuesta a una solicitud del Gobierno guatemalteco.

Guatemala es la mayor economía de Centroamérica y uno de los países con mayor desigualdad en América Latina. Cerca del 60 por ciento de la población vive bajo el umbral de la pobreza y carece de acceso adecuado a salud, educación o infraestructuras. A esto se suma que la mitad de las infancias sufren desnutrición crónica. Estas condiciones son algunas de las que han impulsado la migración a Estados Unidos.

Además de las dificultades sociales y económicas, están los desafíos políticos. Entre los adversarios al cambio se encuentran los grandes empresarios y la élite económica tradicional, la Iglesia evangélica, el sector militar y el Congreso, que tiene una amplia mayoría conservadora. Semilla cuenta con 23 diputaciones de un total de 160, por detrás de las fuerzas de derecha, que controlan al menos dos tercios de los escaños. En los próximos meses, el mayor reto será lograr una transición pacífica y consolidar el poder frente a los embates de la Fiscalía guatemalteca y los intereses de las élites en bien del pueblo de esa nación.

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