Por Norma Magaña
Los hijos crecen, su espíritu aventurero despierta, su creatividad desborda, sus intereses maduran, y a veces, eligen irse al otro lado del mundo. Así que como infinidad de parejas alrededor del mundo, es ineludible enfrentar el nido vacío.
Para algunas madres el guion desempeñado durante años llega a su fin y es momento de transformarse, para dar paso a nuevas actividades asentadas en pendientes durante la crianza, para otras es buscar nuevos retos que inspiren su afán productivo, y para algunas otras es momento de respirar profundo y descansar.
En la película la protagonista, está deseosa de un reto que la haga vibrar, cree que la pasión con su pareja se estancó. Su esposo, deseoso de recuperar libertar en su hogar como pareja, está feliz; su vida como pianista le es altamente satisfactoria.
No contaré más de la película, para que quien desee verla, busque sus propias interrogantes y respuestas.
A mí me parece curioso, que muchas veces creemos que el jardín del vecino tiene mejores flores que el nuestro, sin detenernos a pensar en el tiempo que dedicamos a cultivar las propias, el esmero en seleccionar los brotes más bonitos, alimentar sus raíces, fortalecerlas, cuidarlas del sol, la lluvia, las plagas, las variedades y colores elegidos o si realmente deseamos esos colores en el nuestro.
La vida de otros, desde los hábitos y costumbres personales de media vida, suele parecer, algunas veces, más emocionante, retadora, libre, divertida, audaz; sin embargo, la personalidad de cada quién elige sus retos, lecciones o lo que resulte más atractivo.
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Vivir en el jardín del vecino es un sueño; aunque en la realidad, quizá ya no resulta tan atractivo, los colores antes deslumbrantes, ahora resultan estridentes, la amplitud de variedades florales es inmanejable, elegir no es tarea fácil, las equivocaciones abundan; los ratos amargos y malos entendidos un suplicio, la cantidad y variedad de intrusos molestan, devienen en plagas. Las ansiadas aventuras, estimulantes y atractivas en principio, tienen consecuencias, no sólo inesperadas, sino desastrosas. El nuevo panorama se ve invadido por la duda, la culpa emerge, y el arrepentimiento aparece. La pregunta es: si realmente se desea la variedad del jardín vecino.
Empiezan los cuestionamientos: mi jardín estaba cuidado, tenía las proporciones adecuadas, su floración era variada, disfrutaba con pasión los brotes nuevos y esperaba con amor los diferentes cambios de estación, que siempre traían gratas sorpresas, ocasionalmente se desbrozaba una mala yerba... ¿en qué momento el camino se bifurca? ¿Dónde se pierde el sentido que antes guiaba el camino? Buscando retos, se deja de mirar y apreciar lo que se considera seguro, el contexto se da por sentado.
El cambio en la vida, se mantiene constante, apreciar lo que se siente, lo que se vive, reconocer aciertos, pasos en falso, todo tiene su ritmo, incluso los ensayos para elegir lo que realmente satisface las necesidades propias, es un hilado fino: sentir dolor, amar, enojarse, pensar, trabajar, crear, disfrutar, todas las experiencias cuentan en la trama de la vida…
Todo tiene su momento perfecto, aún así la vida nos sorprende de maneras insospechadas... Si atraviesas una crisis y no dudas entre cambiar tu jardín o transformarlo, acércate a C7, seguramente podremos acompañarte a descubrirlo.
Norma Leticia Magaña Rodríguez
C7 Salud Mental
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