Cualquier actividad física que podamos hacer de manera constante, repercute en la salud y en la economía de un país. De ese tamaño es la importancia de movernos y de hacerlo a través de una disciplina, la que más se acomode a nuestro gusto y capacidad.
Somos un país con una afición histórica por los deportes, en particular los de conjunto, pero también seguimos con pasión los de corte individual. Nuestra atención cada cuatro años a los Juegos Olímpicos y al campeonato mundial de futbol, por mencionar dos ejemplos, es mayoritaria y nos enorgullecemos de la fidelidad que le profesamos al equipo de nuestros amores, aunque esa misma constancia no la sigamos en otros aspectos de la vida.
Así, hemos visto el viacrucis de los aficionados al Cruz Azul o la redención de los del club Atlas. La rivalidad del América (mejor posicionado en este campeonato) con las Chivas Rayadas de Guadalajara en cada torneo. Siempre habrá enamorados de los Diablos Rojos del México, como existirán los de los Tigres, ahora de Quintana Roo, en el beisbol. Y los Capitanes de la Ciudad de México en el basketball comienzan a consolidar una afición alrededor de uno de los deportes más populares en el país.
Tenemos grandes tenistas, pilotos de carreras, gimnastas y jugadoras de futbol bandera. Nuestro prestigio es mundial cuando hablamos de boxeo y avanzamos en las artes marciales mixtas con varios peleadores profesionales. Justo terminaron unos Juegos Panamericanos con un récord histórico de medallas.
¿Por qué entonces somos uno de los países con mayor índice de obesidad en el planeta? Existen varias explicaciones, pero lo importante es que la mayoría de nosotros, hayamos o no practicado un deporte, decidamos hacerlo a la brevedad.
Podemos platicar horas acerca de la falta de tiempo, de los traslados de casa al trabajo, de la vida sedentaria a la que nos obliga la rutina; sin embargo, hacer ejercicio de manera constante (al menos tres veces por semana) es una inversión personal, familiar y -lea bien- en el futuro del país.
El gasto público y privado para atender enfermedades crónico-degenerativas continúa aumentando en México, y después de una pandemia como la que acabamos de vivir, la situación pinta aún más complicada. Si queremos disfrutar de una vida cómoda en la adultez, debemos cambiar malos hábitos que afectan nuestra salud, aunque pensemos que nuestra afición seguirá intacta.
PUBLICIDAD
Creer que no podemos incorporar una rutina de ejercicio al día, tristemente se está justificando para no moverse más allá de ir de un sitio a otro. Hay miles de videos (tal vez millones) con ejercicios que pueden llevarse a cabo en casi cualquier sitio. Los profesionales de la actividad física comparten diariamente nuevas técnicas y recomendaciones. Solo hay que elegir la que mejor nos parezca.
Si decidimos retomar viejas glorias y regresar a una cancha, entonces acudamos a un médico para seguir instrucciones sobre la mejor manera de evitar lesiones o padecimientos. El talento puede que esté todavía dentro de nosotros, pero la aptitud física y la fortaleza, no.
Recientemente ha crecido la práctica del padel entre los varones con más de cuarenta años y, sorprendentemente, del waterpolo entre adultos mayores. Las ligas de barrio y los campeonatos en los deportivos públicos empiezan a quedarse sin torneos de veteranos, pero la competencia continúa con fuerza cada fin de semana. El problema es la práctica de culminar la victoria o la derrota con cerveza y un cigarrillo.
Uno de los retos de cualquier gobierno en los próximos años será cómo bajar de peso a la población y generar una mejor nutrición, además de espacios seguros para la actividad física. Será eso o enfrentar a una sociedad enferma e inmóvil.
Comparto una experiencia valiosa que no había vivido todavía: un torneo de box amateur entre instituciones de seguridad pública, organizado por el Consejo Mundial de Boxeo y el Servicio de Protección Federal.
La dedicación y la disciplina de muchos de los participantes, además de sus obligaciones profesionales en un ramo tan complejo como el de la seguridad, es una gran noticia para un país que necesita la misma cantidad de deportistas que de aficionados o, al menos, un porcentaje suficiente de los primeros, sin afectar a los segundos. Lo que no nos podemos permitir es continuar como una sociedad que solo se ejercita frente a la pantalla o al televisor. Una sociedad inteligente, también es una sociedad sana.