Entender el rezago educativo e, incluso, el éxito de un sistema educativo con base en criterios unifactoriales no sólo es un error, sino un engaño que no permitirá planear a futuro buscando los resultados deseados.
Por lo tanto, asumir que el resultado de PISA es determinante para demostrar el trabajo educacional en nuestro país nos atraería más problemas que soluciones en ese rubro, que es de vital importancia para el país.
Usualmente, este tipo de pruebas, para analizarse, se debe llevar a cabo un ejercicio comparado a fin de determinar la forma en que en otras regiones se está comportando esto debido a que en un mundo global, la circunstancia de unos países influye en la de otros, máxime que todas y todos estamos sujetos a las condiciones de una pandemia que hacía inaccesible la educación en muchas zonas donde la marginación es evidente.
Además, debemos aceptar que el problema educativo que hoy vivimos no es algo que se gestara de un día para otro, ni siquiera en 6 o 10 años, sino que se trata de una falencia del sistema en México que data de décadas atrás y que se ha desdeñado a niveles estratosféricos en los que los actores poco o nada han hecho para poner en el centro a nuestras niñas, niños y adolescentes para darles mayores herramientas críticas para tener una mejor y más plena vida.
Si en este instante buscamos responsables, no vamos a llegar a ningún lado. Por el contrario, debemos hacer una planeación a futuro, no a dos o tres años, sino de esas estrategias transexenales que tanto le han faltado a nuestro país ante la carencia de un proyecto unificado, pero que hoy parece que ha cambiado porque, al menos, se discute abiertamente todo el retraso que tenemos en educación.
Con un diagnóstico puntual y la inclusión de todas y todos los actores, podemos tener educación de calidad en donde se transmitan conocimientos de nivel científico importante y, además, se generen una serie de valores democráticos que permitan hacer una verdadera revolución de conciencias para generar seres humanos más plenos y alejados de cualquier tipo de violencia.
Construir un sistema educativo sólido requiere del esfuerzo de todas las personas que estamos involucradas en la toma de decisiones. Tener una buena educación es una garantía para el pueblo de México.