14 títulos, el equipo más ganador y polémico, querido y odiado, nunca indiferente, siempre contendiente. El América es la sal del futbol mexicano, nos guste o no. El torneo y su sistema de competencia le hicieron justicia al equipo que mejor jugó, más puntos sumó, más goles anotó y menos recibió a lo largo de las jornadas.
Tigres llevó la Final al extremo, siempre de la mano de sus pilares: Nahuel, Pizarro, Guignac y Aquino que no serán eternos, pero que tanto le han dado al equipo del norte.
Arbitraje titubeante, pero no decisivo, un entorno de fiesta y una celebración de éxtasis, pero también de despedida, el americanismo dejará su casa por casi dos años, los que durará la remodelación del Estadio Azteca para la próxima Copa del Mundo.
El campeón será un migrante en la Capital o donde decida jugar los próximos torneos.
André Jardine llegó por la puerta de atrás a Coapa, el joven técnico brasileño había hecho un trabajo discreto con el discreto San Luis, fue de las últimas opciones, no gustaba al recalcitrante americanismo y en 6 meses les dio forma, estilo y campeonato.
América es el más ganador, su rival antagónico navega incluso asediado por su paisano rojinegro, lejos de ser competencia para el flamante monarca.
Azcárraga, Reinoso, Zague, Zamorano, Zelada y hasta Faitelson pasarán una amarilla Navidad. No los juzgue, ódielos más.
El Rey ha muerto, viva el Rey.
Enhorabuena para toda la comunidad del América, merecidos campeones de nuestro fútbol.
