Comienza un nuevo año y resulta inevitable pensar en el papel tan pobre que ha tenido México ante el mundo con el gobierno actual. Durante este sexenio nos hemos cansado de escuchar que “la mejor política exterior es la política interior”, una simulación más del inquilino de Palacio y su equipo, pues sin duda alguna, pasarán a la historia como una administración raquítica, mediocre y servil en materia de política exterior, principalmente por su dependencia económica con Estados Unidos, su cuestionable apoyo y admiración a los regímenes dictatoriales y su intervención en la política interna de otros países como Bolivia y Perú por mencionar algunos.
La política exterior es un instrumento clave para que los países puedan alcanzar muchos de sus objetivos nacionales. Debe ser flexible y evolucionar de la mano con el sistema internacional para lograr una verdadera cooperación económica, cultural, comercial y social entre los países.
Tristemente, las relaciones internacionales son un fracaso más de López Obrador. Son contados los viajes que ha llevado a cabo para impulsar a México, fortalecerlo y darle visibilidad ante el mundo. Si bien es cierto ha visitado Estados Unidos en diversas ocasiones, esto ha sido para tratar asuntos comerciales relacionados con el T-MEC, así como para hablar de temas migratorios y de seguridad, es todo.
Durante su participación en la presidencia rotativa del Consejo de Seguridad de la ONU, México enfocó su discurso en proponer un Plan Mundial de Fraternidad y bienestar para apoyar a las personas más pobres del mundo, resultó una exposición equivocada en foro inapropiado.
López Obrador realizó una gira por Centroamérica y el Caribe en la que visitó Belice, Cuba, Guatemala, El Salvador y Honduras. De este viaje no surgieron acuerdos trascendentes o resultados importantes, pero eso sí, regresó con una condecoración cubana a la que más tardé correspondió galardonando a un dictador, violador sistemático de derechos humanos con la orden mexicana del Águila Azteca, máxima distinción a un Jefe de Estado extranjero, una total burla y vergënza a nivel nacional e internacional.
Por otra parte, su visita a Chile y Colombia, no generó gran expectativa, prácticamente pasó desapercibida, lo único que realmente llamó la atención fue su negativa para entregar la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico a Perú, por considerar injusto que su amigo Pedro Castillo quien pretendía dar un golpe de Estado o huir a México, estuviera preso. ¡Gran berrinche internacional!
De la relación de México con el resto del mundo hemos escuchado poco o nada. Ni una palabra sobre la modernización del Acuerdo Global con la Unión Europea, numerosas peleas con España, un breve acercamiento con China y nada con Corea del Sur o Japón.
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De igual manera, hemos sido testigos de la ausencia de posturas serias y firmes respecto a temas y situaciones de gran importancia internacional, como la invasión de Rusia a Ucrania o los atentados terroristas de Hamás a Israel.
En resumen, la raquítica política exterior del gobierno de López Obrador pasará a la historia como un sexenio perdido, pues en un principio sirvió como plataforma para un Canciller que soñaba ser candidato presidencial, y en la actualidad apoya a regímenes antidemocráticos que tienen sumidos a sus países en una pobreza e injusticia sin precedentes. Al tiempo…
DETALLES. Este año, México tendrá las elecciones más grandes de su historia con aproximadamente 98 millones de votantes. Estos comicios implicarán la elección de presidenta, 128 senadores, 500 diputados federales, ocho gubernaturas, la jefatura de gobierno de la Ciudad de México y la renovación de 31 congresos locales.
El INE debe garantizar elecciones libres e igualitarias. Ya veremos si este organismo aún cuenta con las herramientas, autonomía y capacidad necesarias para respetar, y fortalecer la democracia en nuestro país.