Los consejos tienden a caer con facilidad en las vidas ajenas y a resbalarse en la propia; por eso prefiero las recomendaciones, que son un consejo menos invasivo y vienen con la posibilidad de que la persona que las recibe decida llevarlas a cabo, después de reflexionar un poco.
Una buena recomendación de año nuevo es pensar que todo lo que queremos lograr en los siguientes doce meses comienza y termina con los primeros treinta y un días de enero. Es decir, lo que no hagamos durante el primer mes del 2024, es probable que no lo realizaremos.
Entiendo la sorpresa que esta afirmación puede provocar; pero seamos realistas, en una época en la que el tiempo está dividido en episodios (termina el Guadalupe-Reyes-Candelaria en febrero; sigue Semana Santa; en agosto ya hay pan de muerto; y con el pozole del 15 de septiembre comienza el final del 2024), asegurar que en mayo iniciaremos una dieta o en julio empezaremos a estudiar un nuevo idioma, es engañarnos.
Por eso, el primer mes es tan importante. Durante su vigencia tenemos oportunidades de adoptar mejores hábitos, comportamientos y rutinas. Algunos estudios afirman que necesitamos al menos veintiún días para modificar una conducta o eliminar un vicio; yo creo que con un mes completo podemos hacer esos cambios notables y positivos que pensamos con cada uva y cada campanada, hace menos de una semana.
Superar la rosca de reyes y llegar a los tamales del dos de febrero con varios días de constancia puede hacer toda la diferencia en el corto plazo. No se trata de ejecutar cambios radicales, sino de alcanzar esos pequeños logros que puedan irse incrementando conforme transcurren los meses.
Solo que esa planeación ocurre en enero. Esos objetivos, se establecen en enero. Y cualquier meta a lo largo del año, debe quedar clara en este primer -y crucial- mes.
Además, no quiero ser aguafiestas, pero el tiempo va en nuestra contra. Mientras escribo esta reflexión, veo con angustia el calendario y compruebo que ya se nos han ido cuatro valiosos días, muy buenos si fueron empleados para trazar la ruta del resto del 2024.
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A la pregunta de qué tendríamos que hacer con los días que nos faltan del mes, me permito responder con otra: ¿qué es lo que necesitas aprender y hacer para llegar a dónde deseas estar? Lo demás, relativamente, es sencillo.
Si una gran travesía inicia con el primer paso, entonces un buen año comienza con esas acciones que nos acercan a una vida mejor, plena, en la que todo nuestro entorno se ve beneficiado de ese cambio. Ninguna meta funciona si parte del egoísmo; mejoramos nosotros, porque queremos que todo también mejore.
Hacer una lista siempre es un recurso útil, tenerla presente lo es aún más. Sirve de poco dibujar un mapa para después meterlo en un cajón y revisar después un viaje que nunca inició.
Pongamos logros semanales y mensuales. Hagamos una evaluación diaria de nuestro progreso y actuemos con disciplina y corresponsabilidad (hacer lo que nos toca). Hay un dicho popular que dice que la suerte se reparte a las cinco de la mañana. Tal vez llegó el momento de observar los amaneceres de enero, mientras afinamos nuestras capacidades y reforzamos nuestros conocimientos.
Hacerlo de esta manera también es bueno para la salud. Durante los 360 días que quedan, podemos leer dos libros al mes, escribir unas veinte cuartillas en el mismo lapso, y retomar el deporte de nuestra preferencia o aprender uno nuevo. La medicina ha encontrado que estas actividades retrasan el deterioro físico y mental de un individuo y aumentan la expectativa de una vida sana y en condiciones óptimas.
Creo que ganar varios años de juventud y tener cierta seguridad de que llegaremos a la vejez con independencia e inteligencia es un deseo que todos hemos hecho alguna vez, sin importar la temporada del año. No olvidemos que la salud es nuestro activo más importante y que, teniéndola, no se necesita de mucho más.
Lo único que debemos tener presente para ello, y para mucho más, es que todo comienza en enero. Todavía tenemos algo de tiempo.