Sé que en muchas ocasiones podemos concluir que todo está de cabeza, pero no me refiero a ese tipo de caos en el que puede convertirse la vida diaria, sino al comportamiento del clima en el planeta.
Si nos apegamos a los últimos descubrimientos científicos, los ciclos meteorológicos han sido modificados hasta hacerlos impredecibles: ahí donde había una sequía profunda, caen varias tormentas que lo inundan todo; en el sitio en el que el agua era suficiente, hoy lo único que queda es tierra agrietada. Un ejemplo es el regreso fuerte de la nieve al norte de los Estados Unidos, lo que ha sorprendido a una población que se había acostumbrado a no verla durante los últimos inviernos, lo que ya era de por sí un llamado de alerta.
Una tendencia que analizan mucho los mercados y los centros de estudios sobre lo que vendrá en el futuro, es la manera en que el estado del tiempo modificará regiones enteras, con una predicción temporal distinta y, por lo tanto, más compleja. Este no es un detalle menor, dependemos de la estabilidad del clima para sembrar la mayoría de los alimentos que consumimos y las heladas o la ausencia de lluvias hacen que sea más difícil cosechar.
Tomo como ejemplo el escándalo doméstico de las primeras semanas de este año: el alto costo del kilo de jitomate, provocado por las bajas temperaturas en los lugares donde crece. Independiente de las medidas que se asumen en nuestras cocinas para sustituir un ingrediente tan básico, la realidad es que estamos presenciando reacciones de la naturaleza que siguen advirtiéndonos que debemos actuar de inmediato para no alterar más su comportamiento.
Los videos que tanto circulan cuando existe un meteoro inusual aparecen casi a diario y reflejan un giro en lo que conocemos como “estaciones” y en algunos países ya ocurren las cuatro en un solo día, solo que con rachas de viento destructivas u olas que rebasan las playas hasta cubrir secciones enteras de la costa. Tijuana y San Diego sufrieron hace unos días de precipitaciones fuera de lo común, que ocasionaron daños y afectaciones que tampoco se habían visto en enero o en cualquier otro mes.
A pesar de la tecnología, estamos llegando tarde para prevenir estas reacciones naturales. Puedo estar equivocado y que sea la subestimación de los pronósticos lo que nos ocasiona estos problemas, pero en cualquiera de los dos casos estamos ante una emergencia social que demanda seriedad para revertir el daño que le hemos hecho al clima. Que la culpa sea nuestra por no actuar a tiempo, nada más lo empeora.
¿Qué podemos hacer nosotros, hoy mismo, para solucionarlo? Son varias cosas, así que solo mencionaré tres en las que he insistido: necesitamos reforestar las áreas cercanas a nuestros hogares. Los árboles hacen descender la temperatura y almacenan agua, entre otros beneficios.
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Reciclemos y disminuyamos nuestro consumo de plásticos y otros materiales que no son de fácil descomposición. Separar la basura no es suficiente, tenemos que aprovechar los desechos orgánicos y emplearlos para cultivar hortalizas, hierbas aromáticas y flores. Ya no se trata de un pasatiempo, sino de una cultura del autoabasto, de protección a las abejas, la polinización y a otros insectos, además de colaborar con la disminución del calor.
Por último, hay que abandonar el automóvil lo más posible. La emisión de gases es un problema que está llegando a la frontera del no retorno. Son varias las fuentes, pero la que nos corresponde es la que surge de los escapes de nuestros coches. Optar por el transporte público, la bicicleta en trayectos cortos, el trabajo en casa, y cualquier otra alternativa que nos haga consumir menos combustible por persona, nos ayudará en este momento y en el futuro. Somos un planeta que sigue dependiendo del petróleo y hasta no lograr sustituirlo por otras fuentes de energía, de preferencia renovables y no tan contaminantes, estamos aportando como sociedad a que el mundo se ponga al revés y tengamos nieve en la playa (ha sucedido) y calor excesivo en las montañas del norte canadiense (también ya ocurrió). Entre todas y todos, debemos asumir acciones concretas para poner al mundo de pie y no esperar a vivir en un medio ambiente donde que no solo estará al revés, sino que será adverso a la continuidad de nuestra especie. Estamos avisados.