Agustín estaba consciente de las capacidades sociales de su hijo adolescente, no era “el alma de la fiesta” pero convivía con amigos en la escuela y en videojuegos. Por eso su repentina apatía y aislamiento fue una llamada de alerta.
Luego de varios acercamientos y pláticas, el menor de edad reveló el ciberbullying del cual era víctima, por medio de una práctica llamada shaming, consistente en ridiculizar o avergonzar a la víctima en redes sociales.
Reportes de la Policía Cibernética detallan cómo empieza el enganche, una alerta para madres, padres y personas encargadas de la crianza para fortalecer la educación digital de niñas, niños y adolescentes.
Para ser aceptado como integrante de un grupo de chats, el administrador pide a las o los nuevos relatar su peor momento, aquel de mayor vergüenza. La anécdota es compartida con otros compañeros para burlarse. También se han presentado casos de fotos en situaciones incómodas para el menor.
La conmemoración este 30 de enero del Día Escolar de la Paz y la No Violencia es la oportunidad para tomar conciencia de la importancia de no normalizar conductas ofensivas ocultas en procesos de integración a grupos escolares.
Un mayor acceso a espacios digitales —el Instituto Federal de Telecomunicaciones estima que un 70 por ciento de los menores de edad emplean redes— requiere educar sobre el uso responsable y seguro de estos sitios.
En ese proceso, madres, padres, encargados de la crianza, profesores y autoridades escolares conforma la red de apoyo para prevenir y atender los casos de ciberbullying.
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Desde el Consejo Ciudadano de la Ciudad de México acompañamos esta necesidad de ciberseguridad y ofrecemos apoyo preventivo, emocional y jurídico ante situaciones relacionadas con la actividad cibernética.
La familia de Agustín trabaja ahora en la recuperación emocional mientras las autoridades escolares revisan el caso y las posibles medidas ante el “ciberquemón”.