Por Norma L. Magaña R.
Actualmente el acelerado ritmo de vida, las exigencias diarias, profesionales y personales, conduce, en general, a niveles elevados de estrés, repercutiendo en la salud mental, que por falta de recursos (tiempo, ocupaciones, costos) se deja de lado, medrando también el entorno familiar.
Los padres lidian con su propio estrés, angustia, preocupaciones, incluso a veces, con traumas no resueltos, y sus conductas pueden provocar un impacto negativo en la salud mental y en el sano desarrollo de los niños .
Un padre altamente estresado, no trae la paciencia y la tolerancia de la mano, lo que impide una crianza cálida, receptiva, y a la vez propicia caer en conductas parentales duras (golpes, gritos, castigos desproporcionados, etc.), que los asustan, provocando aumento de angustia y de mala conducta, efecto contrario al que se busca: suprimir comportamientos negativos o rabietas. La piedra angular en el desarrollo de los niños, es una crianza cálida y receptiva, donde aprenden a ser amados y a confiar en las personas que son responsables de su cuidado.
Las relaciones conflictivas matrimoniales, de pareja, o de familia, son parte de la mochila de los padres estresados; sus luchas de poder, se vinculan fuertemente a problemas conductuales y emocionales en los niños.
En entornos de conflicto, guerra, luchas internas, violencia, enfermedades crónicas, campamentos de refugiados, los niños podrían aprender que el mundo es un lugar inseguro, rudo, a pesar de la calidez y amor de sus padres, sin embargo, vale la pena el esfuerzo en las interacciones diarias. La calidez y el amor, ayudan al menor a enfrentar sus miedos e inseguridades, e incluso brinda una base familiar segura en medio de la violencia y la destrucción de su entorno.
Las condiciones de salud mental de las padres como la depresión y el transtorno de estrés postraumático, se han visto ligados a las emociones y al desarrollo de problemas en los niños. Dado que son efectos colaterales del trauma o enfermedad, éstos se pueden amortiguar con un solo padre o madre, abuelo u otros adultos sanos que compensen en la convivencia dichos efectos.
PUBLICIDAD
Dicho impacto se ha investigado y es notorio en:
Prácticas parentales nocivas: falta de límites, participación en actividades inútiles, sobreprotección o desaliento, incumplimiento de reglas (hora de dormir, comer, higiene, tiempo en pantalla, etc.)
También afectan la seguridad en los jóvenes y niños, quienes reflejan algunos efectos: dificultad para gestionar emociones, desarrollo y mantenimiento de amistades, concentración escolar, problemas de autoestima, inseguridad… por mencionar algunos.
Un padre o madre que reaccionan exageradamente, genera descontrol y desconfianza en el niño: da miedo interactuar con un padre que de repente no está disponible, ni presente. Estas situaciones repetidas pueden ocasionar un efecto negativo y duradero en el sentido de sí mismo y sentimiento de seguridad del niño.
Reconocer la importancia como individuos, socios y padres es vital para fortalecerse como padres. Priorizar el auto cuidado, brindará beneficios en la calidad de las relaciones, la intimidad, y el bienestar de los hijos.
Estrategias practicadas regularmente ofrecen beneficios para fortalecer el bienestar de los padres. Por ejemplo:
Durante una semana típica, identificar fuentes de estrés: rutinas, exceso de trabajo, cargas desiguales de labores en el hogar, responsabilidades, diferencias en los criterios de educación de los hijos… tener claro cuáles suman estrés y qué actividades se pueden modificar, aligera la carga. Caminar, un rato de gimnasio, un largo y refrescante baño, medir el tiempo de quejas (limitarlo por lo menos), restan!
Reservar tiempo para la pareja: intimidad, es la clave, compartir ideas, sentimientos, inquietudes, logros, sueños, sexo, conexión. Parejas felices crían hijos saludables.
Hay evidencia: el ejercicio regular es reductor de estrés, mejora la salud mental, el estado de ánimo y si lo deseas, amplía tu vida social: 20 minutos de yoga, caminata enérgica , o trote en sesiones habituales aporta más de lo imaginable.
Practicar meditación o yoga, ejercicios de atención plena de manera comprometida y consciente, son excelentes reductores de estrés, ansiedad y depresión; también proveen a los padres la calma para reaccionar con mayor consideración y tranquilidad ante los embates de la crianza infantil, sobre todo con niños más inquietos.
Si algo de lo anterior resuena en ti, pero no sabes que camino elegir, C7 Salud Mental tiene diversos enfoques para apoyarte en priorizar tu salud mental.
C7 Salud Mental
+525521060923
+525519514858
Facebook: @c7saludmental
Instagram: @c7saludmental
Mail: c7saludmental@gmail.com