Después de lo que expusimos en la colaboración anterior sobre la crisis del agua que padecemos, surge una pregunta inevitable, amables lectores: ¿cómo y por qué llegamos hasta aquí? Y no hay nada más una respuesta.
Si bien el cambio climático desafía cada vez con mayor intensidad a la seguridad hídrica, también influye la falta de acciones gubernamentales; pero además hay que añadir a esta situación de crisis, el rápido crecimiento demográfico y la urbanización descontrolada y la demanda de agua insostenible de la Zona Metropolitana del Valle de México.
Asimismo, se suma el desgaste y la antigüedad de la infraestructura como otro factor clave que contribuye a la escasez. Los expertos hacen notar que las tuberías viejas, sin mantenimiento y sistemas de distribución ineficientes resultan en pérdidas considerables de agua a lo largo del proceso de suministro.
Como dato, se calcula que más del 50 por ciento del agua se pierde por fugas y problemas en la red de distribución, lo que agrava aún más la situación de escasez.
Y así como afirmamos líneas arriba que no hay nada más una respuesta de por qué llegamos hasta aquí, también decimos que no hay nada más una solución para el manejo del agua. No es cuestión sólo de más fuentes de agua en momentos de escasez como este.
Los estudiosos de la materia recomiendan que se deben implementar soluciones combinadas y urgentes, como serían el reciclaje y tratamiento del agua proveniente de sistemas de drenaje pluvial y sanitario, que es una estrategia utilizada exitosamente por algunos países que permite utilizar el agua tratada para diversos fines, como serían regar jardines o para procesos industriales.
Otra medida, dicen los expertos, es que el agua de lluvia en lugar de irse a las alcantarillas, podría captarse, pero una condición para ello es que las ciudades contaran con pavimento permeable, y así se recargaría los mantos freáticos.
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Un papel fundamental para el ciclo del agua es la reforestación de las zonas sin árboles, pues estos organismos son prácticamente fábricas del vital líquido. Y, en este sentido, es necesario atacar de frente a la tala clandestina.
Asimismo, debemos mencionar la responsabilidad de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) para revisar, dentro de sus funciones como autoridad, las condiciones, cumplimiento y fines de los Títulos de Concesión, en especial de las concesiones asignadas a los núcleos ejidales y comunidades, donde las tierras de cultivo se transforman en asentamientos humanos y que aún ostentan el Título de Explotación de Aguas Nacionales para lucrar con él, participando de la venta de agua a empresas dedicadas a la construcción y a la venta de agua de forma privada.
Desde luego que esa conversión de títulos de uso agrícola a uso urbano tiene costos políticos y en esta temporada electoral, se antoja difícil una acción así de la autoridad, pues pondría en peligro la captación de votos.
En este listado de posibles alternativas de solución a la escasez del agua, amables lectores, también la cultura ciudadana de ahorro y cuidado del recurso juega un papel importante.
Como país, no se han desarrollado políticas que fomenten esta conciencia sobre la importancia del agua y su utilización responsable. Es inaplazable la promoción de políticas educativas comunitarias para que se entienda la dimensión real del agua en la vida de las ciudades.
Es urgente dar paso al uso de la tecnología moderna que permita realmente una gestión eficiente del agua en todas las regiones del país, así como destinar el presupuesto económico suficiente para ir cambiando las tuberías y llegar a cero posibilidades de fugas.
Si no hacemos una evaluación real y pronta para dar pie a estrategias de cambio en el sector hídrico, crisis como la actual serán recurrentes y más agudas tanto a nivel nacional como a nivel de la Zona Metropolitana del Valle de México. El agua que aún queda, no la desperdiciemos, cuidémosla porque ya vimos que sí es lo más preciado para nuestras vidas.
Hasta la próxima.