Opinión

Tenemos que hablar… ¡de ti!

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FOTO: GALO CAÑAS/CUARTOSCURO.COM (Galo Cañas Rodríguez)

Empieza de manera silenciosa, se escabulle entre la cotidianidad y hasta se disfraza de cuidado. La violencia de género es un problema que escala —siempre escala— pero muchas veces no alcanza para alarmarnos desde sus primeras y más sutiles manifestaciones y aquí estamos en un nuevo #8M que, otra vez, en la víspera registró feminicidios.

En Guadalajara, en un solo episodio, un joven mató a tres mujeres: una vinculada afectivamente con él en un motel y dos más en el Centro Universitario UTEG. Más o menos a la misma hora, en la calle Pensilvania de la colonia Nápoles, en Benito Juárez, otra joven era asesinada. Son solo dos escenas de los 10 feminicidios que se cometen cada día.

La crisis es real y aunque parece existir hasta que cobra vidas o deja daños irreversibles en el cuerpo de la víctima, como sucede con la violencia ácida, lo cierto es que se incuba desde mucho antes. Hay señales tempranas de riesgo feminicida que deben ser visibilizadlas si aspiramos a erradicar la forma más atroz de violencia contra las mujeres, ¡pero no estamos hablando suficiente sobre ellas!

En Ola Violeta todos los días recibimos mensajes con la misma duda: ¿esto es violencia? Ahí llegan relatos de mujeres a quienes sus parejas les exigen la clave del celular, mandar su ubicación en tiempo real, compartir imágenes íntimas o ya no ver a tal o cual amigo porque “no les inspira confianza”. Todas esas son expresiones de violencia psicológica, la más prevalente en nuestro país.

De acuerdo a la la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021, la más reciente que ha publicado el INEGI, este tipo de violencia de género es sufrido por el 51.6 por ciento de las mujeres mexicanas. Y algo escalofriante: la mitad de las mujeres agredidas física o sexualmente no busca ayuda ni denuncia porque considera que las agresiones se trataron de algo “sin importancia y que no les afectó”.

¿Qué podemos hacer para revertir esa tendencia y prevenir las agresiones? La mejor herramienta disponible es la que diseñó la Unidad de Gestión con Perspectiva de Género del Instituto Politécnico Nacional en 2009: el Violentómetro, que como su nombre lo indica, es una especie de termómetro de las agresiones.

Se divide en tres escalas y, a cada una, una situación de alerta o foco rojo. El primer nivel denominado “¡Ten cuidado! ¡La violencia aumentará!” muestra algunos ejemplos de violencia emocional y abarca desde bromas hirientes hasta stalkear por redes sociales. En el segundo nivel, llamado “¡Reacciona! ¡No te dejes destruir!”, se encuentran agresiones desde culpabilizar hasta las primeras señales físicas; termina en la sextorsión. El tercer nivel, “¡Necesitas ayuda profesional!”, ya incluye agresiones donde la integridad física, emocional y sexual están en peligro, como amenazas con objetos o armas hasta el feminicidio.

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No son rangos elegidos al azar, están sustentados en el “Estudio sobre las dinámicas en las relaciones de pareja en la comunidad estudiantil del IPN”, para conocer la forma en que las y los jóvenes establecen sus relaciones amorosas. Los resultados fueron alarmantes pues se identificó que la violencia psicológica y física se manifiesta a manera de juego y que los celos, amenazas, llamadas constantes al teléfono móvil o prohibiciones en la forma de vestir se percibían como situaciones “normales”, muestras de cariño, atención y, por supuesto, amor.

Aunque ya pasaron quince años de aquél ejercicio, la violencia de género sigue como uno de los grandes pendientes de la Agenda 2030 de la ONU a nivel global. Si algo de lo que leíste te hizo clic con tu propia historia, busca en google el Violentómetro y recuerda que no estás sola.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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