De hecho, los avances que ha presentado Alejandro Encinas como el encargado de atender este asunto y esclarecer los hechos han sido sustanciales, dando un giro a las investigaciones que han permitido establecer nuevas líneas de investigación que han rendido frutos en los últimos años y sosteniendo acusaciones en contra de personas que intervinieron y que no habían sido procesadas anteriormente.
De la misma manera, debemos aceptar que si hay un caso complejo y emblemático de la violencia que vive nuestro país hace décadas es el de los estudiantes de la Escuela Normal Isidro Burgos, por lo que no basta salir a dar declaraciones para calmar a los medios de comunicación o nutrir versiones inverosímiles que no llevarán justicia a las familias y, mucho menos, lograr encontrar los restos de los 43 jóvenes.
Uno de los aspectos importantes en este caso tiene que ver que se ha dejado en manos del organismo autónomo de procuración de justicia para que con todos los elementos técnicos y científicos se logre revelar una verdad real y no la que sólo este al alcance de la mano, para lo cual no basta poco tiempo en el entendido que hay muchos cabos sueltos y actuaciones que en su momento no se hicieron y hoy son males irreparables para reconstruir los hechos.
Entendemos el sufrimiento de las familias y la necesidad del pueblo mexicano para conocer los hechos, sin embargo, se requiere estudio y compromiso en la investigación para ir avanzando, lo cual ha sucedido de forma clara en los últimos años además de tener permanente contacto con las familias y todas las personas involucradas en el caso por tratarse de representante legales o porque son familiares directos que también deben considerarse como víctimas.
El incumplimiento estaría en no avanzar y hoy los resultados son tangibles pero en marcha, así que esperemos que pronto tengamos un acercamiento más certero a lo que ocurrió porque la justicia es un presupuesto indispensable para la paz que todas y todos los mexicanos necesitamos.