Opinión

Cerrar la brecha

Esta combinación de dos imágenes de archivo muestra a Xochitl Galvez (izquierda) antes de registrarse como candidata a la presidencia el 4 de julio de 2023 en la Ciudad de México, y a Claudia Sheinbaum (derecha) en el acto de presentación como aspiran AP (Fernando Llano/AP)

Con las campañas presidenciales ya iniciadas formalmente, aunque detonadas desde junio del año pasado, la brecha entre la candidata del régimen, Claudia Sheinbaum, y la candidata opositora, Xóchitl Gálvez, no muestra señales de que se esté cerrando en forma relevante; aún en las encuestas más serias, la diferencia en la intención del voto por ambas muestra una cómoda ventaja para la puntera: un 8% que está muy por encima del margen de error y que, de corroborarse en la jornada electoral, no dejaría lugar a dudas sobre el triunfo oficialista. Los sondeos de la empresa encuestadora Massive Caller, cuyos resultados son presumidos en redes sociales por la candidata opositora, han mostrado a lo largo de todo este año esa diferencia que ronda el 8%, siendo 6% el margen más estrecho reportado hasta el momento, y 9% el más amplio. Semana tras semana, ambas candidatas suben y bajan en proporción similar, de tal suerte que la diferencia entre ellas tiende a mostrar poca variación.

Lo que sí parece ya marcar una tendencia a la baja en los sondeos de esa empresa, es el rubro de “AÚN NO DECIDE”, es decir, aquellos que no responden por una de las opciones presentadas. Si ese grupo de encuestados se está achicando claramente, sin que haya un repunte igual de claro de la opción opositora, las noticias para quienes queremos terminar con este régimen de dolor y destrucción son malas: al parecer, no está alcanzando. Y quedan poco más de once semanas de campaña.

¿Cómo potenciar la campaña opositora? ¿A quién hablarle para provocar su participación en las urnas? Está claro que dirigir el discurso opositor a las clientelas del régimen no basta: el trasvase entre ambas opciones va a cuentagotas, y los sondeos lo confirman. Hablarle a los que ya simpatizan con la opción opositora, tampoco será algo que modifique los números en forma relevante: el discurso de la oposición, tan lleno de membretes y personajes con ideas irreconciliables al menos en el nivel que lo entiende el electorado amplio (aborto, pensiones, Pemex, etc.) es muy difícil de “vender” entre quienes no han terminado de entender lo que nos jugamos en esta elección. Entonces, ¿a quién hablarle y en cuáles términos? Habría que dirigirse a quienes suelen mantenerse alejados de las urnas, y hacerlo en forma brusca, con un discurso radical que provoque furia en contra de este gobierno federal. Acercar votantes a las urnas por encima del 52% que suele acudir regularmente, es un reto esencialmente EMOCIONAL, y el desastre provocado por el régimen está que ni pintado para que la emoción a provocar sea la furia: el millón de muertos en este sexenio, el desmantelamiento del sistema público de salud, el derroche en los atracos disfrazados de infraestructura, y la indolencia de quien cobra como presidente, son buenos puntos de anclaje para que la campaña opositora detone esa emoción y movilice a más votantes el día de la elección.

La victoria aún está al alcance, pues las preferencias por la opción sosa y acartonada de Sheinbaum lucen ya inelásticas: ni crecen ni decrecen en forma relevante; su apuesta es por la inercia. Las preferencias por Gálvez, la retadora en esta contienda, sí pueden crecer o decrecer en forma sensible, por lo que su apuesta debe ser por perturbar el escenario a su favor. El régimen quiere que las cosas se aquieten cada vez más, y a la oposición le sirve que se pongan inquietas. ¿Lo entenderán en la campaña opositora?

CAMPANILLEO

Mueve más un agravio, que mil promesas.

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