Opinión

Intoxicar la elección

El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia diaria matutina en el Palacio Nacional en Ciudad de México, el viernes 1 de marzo de 2024. (AP Foto/Marco Ugarte) AP (Marco Ugarte/AP)

El Licenciado López, más por seguir el guion que le dictan los bolivarianos que por lanzar alguna idea propia, ha planteado la posibilidad de que en México se esté preparando, de cara a la elección de junio, un “golpe de Estado técnico desde el Poder Judicial y la oposición”. Semejante declaración sería una mera ocurrencia, de no ser porque la realizó el sujeto que cobra como presidente en este país; en su boca, esas palabras enrarecen el ambiente y son una velada amenaza a la civilidad que debe distinguir a los procesos electorales.

Esa insistencia por sembrar dudas en torno a nuestras elecciones de este año, obedece a un solo afán: intoxicar la discusión pública para el día después de la elección, ensanchando el margen del régimen para defender su eventual triunfo, o para inconformarse con una probable derrota. Buscan, López y sus guionistas de Palacio Nacional, sembrar desde hoy a los nuevos villanos de su discurso simplón, para poder alegar un complot en contra de su movimiento el día dos de junio por la noche, sea cual fuere el resultado: si ganan, para endurecer su ejercicio del poder en contra de las instituciones que aún son dignas en México; si pierden, para incendiar el país en busca de un escenario de desastre que les permita retener el poder, o bien negociar su salida.

La amenaza, pues, está clara: ni López ni quienes controlan su entorno más próximo van a permitir que las elecciones se realicen con normalidad. Por el contrario, van a buscar dinamitar la credibilidad del proceso para lucrar con el resultado, sea cual fuere: si ganan, para convertir su triunfo en una “batalla épica” contra los “enemigos del pueblo”, a los cuales deberá perseguir con toda la fuerza del Estado, a manera de “defender las conquistas del movimiento”; si pierden, para llamar a movilizaciones contra esos mismos enemigos e impedir que la nueva legislatura sea instalada, y negarse a entregar el poder Ejecutivo.

Esto que digo no es un ejercicio de imaginación: es, sencillamente, prever para México lo que los bolivarianos han hecho en otros países, de la mano de presidentes tan esperpénticos como López: Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Morales en Bolivia, Castillo en Perú. Ejemplos sobran. La democracia efectiva suele ser una grave amenaza para los proyectos bolivarianos, quienes la aprovechan para hacerse con el poder y, una vez obtenido, buscan diluirla al grado de convertirla en una parodia. Han triunfado en Venezuela y Nicaragua, y fracasado en el resto del continente, pero en todas partes han provocado altísimos costos cívicos y sociales que ya estamos viendo en México.

La tarea de los ciudadanos mexicanos, pues, es enorme este año; no sólo debemos asegurarnos de volver competitiva a la opción opositora, sino que al mismo tiempo debemos preservar la normalidad democrática que permita tres cosas: la realización de elecciones auténticas en la mayor parte del territorio nacional; la aceptación de su resultado por parte de suficientes grupos y actores; y la alternancia efectiva en los poderes legislativo y ejecutivo, en un marco institucional.

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Que nadie dé por hecha nuestra democracia, su ejercicio y sus consecuencias: hoy México se encuentra bajo amenaza, con el mismo guion que ya ha reventado a dos democracias latinoamericanas y ha dejado malheridas a varias más. Hay mucho trabajo por hacer.

CAMPANILLEO

A los tontos un incendio suele parecerles improbable, hasta que las llamas empiezan a lamerles los pies.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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