Los testimonios eran dramáticos e implicaban a empresarios, comerciantes, a sus hijas o hijos. Rumbo al trabajo, a la escuela, hacia sus actividades cotidianas habían sido interceptados y secuestrados en un cerrón o un falso retén policial.
Otros relataban secuestros exprés con la duración suficiente para disponer en dos ocasiones del dinero de la víctima mediante cajeros automáticos.
El 2018 había cerrado en la Ciudad de México con 280 denuncias por secuestro, la cifra más alta desde 2004. Los últimos 12 meses de la administración de Miguel Ángel Mancera evidenciaron deterioro de la seguridad pública.
A partir de 2019, la estrategia implementada por Claudia Sheinbaum como Jefa de Gobierno, continuada por Martí Batres —atención a las causas, más y mejores policías, inteligencia policial, coordinación, detenciones de generadores de violencia e impulso a la denuncia— ha llevado a una tendencia a la baja en secuestros.
Los datos anualizados revelan disminución de 84 por ciento entre 2019 y 2023. En tasa, la capital nacional se ubica en el lugar 15 entre todas las entidades, con 0.3 secuestros por cada 100 mil habitantes; Morelos y Chihuahua encabezan este indicador con 1.4 y 1.2 respectivamente.
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Por su mayor población flotante y actividad económica algunas alcaldías representan un atractivo diferente para la actividad delictiva. El año pasado, Cuauhtémoc, Azcapotzalco, Venustiano Carranza y Miguel Hidalgo tuvieron las mayores tasas en CDMX, con 1.6 secuestros la primera y 0.5 las otras tres.
Cuatro registraron tasa cero: Benito Juárez, Cuajimalpa, Gustavo A. Madero y Milpa Alta. Les siguieron Álvaro Obregón con 0.1 e Iztapalapa y Xochimilco con 0.2 cada una.
En cinco años hay avances. Un dato revelador y alentador: en los primeros dos meses de este año solo se ha registrado un secuestro, en Tlalpan.
CDMX exhibe estrategia capaz de eclipsar los secuestros.