La labor que realizan las personas periodistas es fundamental, ya que son un importante vínculo entre la sociedad y las autoridades, lo que abona al desarrollo de las naciones y al fortalecimiento del Estado democrático de derecho. Es innegable que atentar contra ellos, contra su vida o restringirles sus derechos, es atacar a la democracia misma.
La Organización de las Naciones Unidas, ha señalado que los ataques de los que mayormente son víctimas las personas periodistas en México y en el mundo son: campañas de desprestigio, hostigamiento, persecución judicial, allanamiento de sus centros laborales o de sus hogares, amenazas, agresiones físicas, criminalización, tortura, secuestro, desaparición y lamentablemente, asesinatos.
México, según cifras de organismos y organizaciones internacionales, es el país sin guerra más peligroso para ejercer el periodismo. Se estima que cada 12 horas, se agrede a una persona periodista o medio de comunicación en nuestro país. Estos ataques generan un efecto inhibitorio en el ejercicio del periodismo, lo que orilla a que existan más zonas de silencio en el país.
Sin duda, hoy se vive una persecución lastimosa desde Palacio Nacional, donde el gobierno federal, ejerciendo abusivamente las facultades y privilegios de acceso a la información en posesión del Estado mexicano, ha hecho públicos datos personales de periodistas, los ha tergiversado, manipulado y usado facciosamente, con la intención de dañarles y de violar el derecho a la libertad de expresión.
Los ataques, las mentiras, la información falsa, la renuencia a cumplir con mandatos judiciales e incluso, los insultos, son parte del acoso que ha implementado el gobierno federal para menoscabar los derechos de quienes le han hecho frente a ese gobierno falto de resultados. Es inadmisible que este gobierno atente contra la vida, la seguridad y la integridad de los periodistas. Los ataques en contra de la libertad de expresión, deben parar.