Opinión

El retorno a las casillas

Elecciones presidenciales.

La democracia se defiende ejerciéndola, y su aspecto más visible, las elecciones, se defienden participando en ellas; no sólo al votar, sino al vigilar el voto propio y el de los demás. Así fui introducido a la democracia electoral en 1997, cuando mi padre, a su vez invitado por una cámara empresarial, me convocó a ser observador electoral aquí en Querétaro.

Eran las elecciones federales intermedias del sexenio de Zedillo, y las locales para elegir Gobernador, congreso y presidencias municipales. El triunfo del candidato del PAN, aquel a quien nuestra observación electoral más habría de ayudar pues enfrentaba al régimen, se antojaba imposible; aun así, mi padre y yo fuimos con entusiasmo a cubrir casillas en una peligrosa colonia de la periferia, armados con un teléfono móvil, un beeper, dos tarjetas “Ladatel” y, cosa importante, la ley: un folleto con los artículos más importantes del COFIPE. Esa jornada fue larguísima, y no nos enteramos del triunfo opositor de Don Nacho Loyola sino hasta la mañana siguiente. Mi padre, satisfecho, me mostró el periódico y me dio las gracias por encima de la mesa de la cocina: le habíamos ganado el régimen.

Tres años después fui yo quien le pidió a mi padre ayuda, para cuidar los votos de la alianza opositora en la elección presidencial de 2000, ya no como observadores sino como representantes de casilla; él, generosamente, accedió. Nos capacitamos otra vez y cada uno cuidó su casilla: desde antes de su apertura, hasta que acompañamos a los presidentes a entregar el paquete electoral en la junta distrital. Mi madre y mi querido hermano, entonces un niño de ojos grandes, nos asistieron con un lunch y con mucho cariño en esa labor. Esa misma noche celebramos ante el televisor, cuando el Presidente Zedillo anunció el triunfo de Vicente Fox: ¡le habíamos ganado al régimen otra vez, ahora en todo el país!

Tengo como uno de mis grandes orgullos en la vida, haber colaborado así con mi padre para alumbrar algo que su generación buscó sin descanso: un México de libertades, de igualdad de oportunidades, y de fraternidad en la diversidad. Toda mi consciencia cívica me viene de él y sus lecturas, de sus opiniones y sus acciones. Lo que hago hoy proviene de lo que él hizo antes, y lo agradezco todo.

Hoy que ese México se ve bajo amenaza, mi padre volverá a las casillas el dos de junio para cuidar lo que logramos juntos hace casi 30 años, y yo estaré con él. Hoy tengo la edad que mi padre tenía en 1997, cuando cuidamos votos por primera vez, y él es un abuelo feliz que hará su trabajo cívico con gusto, porque sabe que este no le toca sólo “a los jóvenes”, o “a los partidos” o “a Gálvez”: esto nos toca A TODOS.

Hoy, otra vez, los mexicanos libres enfrentamos un escenario electoral adverso, pues el régimen al que debemos derrotar es mucho más autoritario que aquel al que domamos en los años 90. Hoy, otra vez, las probabilidades están en contra nuestra y el triunfo de la opción opositora se antoja difícil, pero sé que, como entonces, vamos a sorprender al mundo ganándole otro round al autoritarismo. Yo voy lleno de confianza a votar y cuidar votos el domingo dos de junio, porque al igual que en 1997 y 2000, tengo una buena razón para hacerlo: mi gente muy querida; porque tengo mejores herramientas que las que tenía entonces; y, lo más importante: porque voy con mi papá. ¡Todo va a estar bien y vamos a ganar!

CAMPANILLEO

Para el dos de junio necesitamos muchos votantes; para el tres, necesitaremos muchos ciudadanos.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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