Por Norma Magaña
Hay algo denominado trauma familiar heredado; descubierto y observado por diversas investigaciones que confirman el legado de efectos de traumas que se transmiten de generación en generación, contenido muchas veces incluso en el lenguaje cotidiano, o en la narrativa familiar, repitiendo el relato casi palabra por palabra. Una historia que es la propia, pero que se deriva de la familiar, que nos habita, a veces con gusto y otras con desagrado.
Recordemos cómo nos sentíamos amados de pequeños, o cómo creíamos que no éramos aceptados, ni amados, sino juzgados. Ahora a la distancia, se es capaz de ver con claridad que se recibía amor y aceptación, pero quizá no del modo en que nos habría gustado. Vale preguntarse: ¿Hoy permito recibirlo y aceptarlo de la manera en que mis padres pueden brindármelo? Sin reclamos o juicios…
Aprender a escuchar a los mayores, sin detenerse en sus quejas, sino poniendo atención a las historias de familia que cuentan, reteniendo palabras que se repiten y son la raíz de su dolor, esas que oyeron de sus padres, madres o abuelos y abuelas, cargadas de juicios, dolor, rechazo, desamor, tristeza, descredito, desaprobación… confirmando el peso de otro contexto, tiempo e incluso geografía.
Sin embargo, al escuchar y actualizar su significado, en tiempo, contexto y espacio, es decir, deconstruyéndolas, se comprobarán las significativas diferencias de apreciación en cada vocablo. Esto resta y desarma el miedo que las acompañaba, perdiendo todo su peso y actualidad, dejando de lado, atravesando o superando el trauma…
Esos traumas heredados, o las vivencias propias, podrían ser un legado de aflicción a cargar durante generaciones; o el motor de fuerza y resistencia, de fortaleza y carácter que perdure en el linaje hacia el futuro.
El trauma, altera la memoria, paraliza el habla, impide gestionar lo que sucede por dentro. Carl Jung decía: “todo lo que no es consciente lo viviremos como destino, es decir, tenderemos a seguir repitiendo nuestras pautas inconscientes, hasta que las saquemos a la luz de la consciencia”.
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Por ello es tan importante trabajar en depurar lo que nos acongoja, aflige o se repite en nuestro linaje.
Hay familias en las que claramente se nota un trauma que se transmite de padres a hijos; donde el trauma del padre se repite en el hijo, siendo éste quien refleja los problemas conductuales y emocionales del padre, (violencia, abandono, adicciones, incapacidad para relacionarse, inestabilidad…) es como si el joven estuviera viviendo el pasado en sus síntomas.
Son traumas que alcanzan el presente, (y muestran un panorama que fue negativo en otro tiempo), lo que se llamaría herencia epigenética transgeneracional.
Un ejemplo frecuente de esta herencia, son las mujeres que tienen partos prematuros, sin que sus madres los hubieran vivido así, sino sus abuelas, dado que el estrés suave a moderado que vivieron, posee un efecto que se acumula con cada nueva generación, siendo sus efectos cada vez mayores en las nuevas descendientes, generando partos prematuros en las nietas.
¿Has notado algo que crees que esta fuera de tu control, o de tu “historia de vida”, que deba ser analizado desde otra perspectiva? ¿Percibes “patrones” que se repiten, en tu entorno familiar?
En todo, lo anterior se muestran pautas del enfoque sistémico, uno de los pilares del trabajo que realizamos en c7 salud mental.
En el libro de Mark Wolynn “Este dolor no es mío”, podemos apreciar la influencia de diversos factores q intervienen en la repetición de conductas y “herencias” en el linaje, derivados de sistemas sociales, culturales, familiares, incluso políticos y económicos.
¡TU IMPORTAS! Y en C7 Salud Mental estamos para escucharte y atenderte.
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