Por Norma Leticia Magaña Rodríguez
La tridimensionalidad es subrayada por Víctor Frankl al considerar necesario conocer a la persona en sus tres dimensiones: física, psicológica y espiritual, pues, aunque se halle determinado por factores físicos, movido por impulsos e instintos, programado por estructuras genéticas, cargas eléctricas, reacciones químicas, funciones glandulares, influenciado por factores sociales, conserva un área de libertad, donde no está determinado en modo alguno y dónde puede enfrentar aquello que lo determine: esto es su actitud, su libertad de autodeterminación, que reside en su dimensión noética o espiritual, es el poder desafiante del espíritu humano, lo que lo puede llevar a confrontar sus determinismos y a provocar cambios de actitud.
Frankl considera que “la ontología dimensional se fundamenta en dos leyes: un solo e idéntico fenómeno proyectado fuera de sus dimensiones en otras dimensiones inferiores a las suyas, origina figuras diversas en claro contraste entre sí; (y) distintos fenómenos proyectados fuera de la propia dimensión en una misma dimensión inferior a la propia dan origen a figuras que parecen ambiguas”.
Con ellas se evidencia que: la unicidad de la realidad no es alterada o deformada por la contradicción de los fenómenos psicofísicos; sino que hay correspondencia compatible entre los sistemas cerrados de reflejos condicionados e incondicionados.
Y formula que la ley antropológica del hombre hace referencia a su dimensión espiritual, como dimensión esencial, sin correlacionarlo con cuestiones religiosas o divinas, sino que, respetando su naturaleza humana, está llamado a dominar su facticidad psicofísica, así mismo, reconoce y acepta la realidad en todas sus facetas.
La Logoterapia suele tener aplicación en diversos temas como:
Depresiones: la dimensión espiritual depende del significado o sentido de vida, cuando el individuo carece de él puede entrar en una crisis existencial, porque se ha “llenado” de satisfactorios externos que ya no logran cubrir el vacío que se ha creado en su interior, la tensión entre sus necesidades y su existencia ha desaparecido, ya no hay motivación en lo que se adquiera, lo externo ya no satisface, la depresión aflora, se arraiga; será tarea del logoterapeuta ayudarle a buscar y descubrir significados en sus vivencias pasadas para rescatar valores y a que encuentre un sentido a su existencia.
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Enfermedades psicosomáticas: el miedo escondido es muchas veces el fondo de los trastornos psicológicos y el motor que guía los sentimientos a la profecía autocumplidora de aquello que más se teme: cuanto más se piensa, más probable que suceda. Cuando se cambia el temor por el deseo que ello ocurra, el paciente logra a través del humor y del poder desafiante del espíritu, que se libere el temor, desaparezca el miedo y así la confianza se reestablezca. Es autodistanciarse al sobrepensar las necesidades personales y reflexionar en las necesidades del otro. “La persona neurótica, debido a alguna razón psicofísica, se ha hecho insegura. Para compensar esa inseguridad, la persona neurótica en particular necesita la fortaleza espiritual (noética)”.
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Todos los entrecomillados : Bazzi & Fizzotti (1989). Guía de la Logoterapia. Humanización de la Logoterapia (Tr. M. Kirchner). Barcelona: Herder.