Opinión

Columna itinerante: Predecir el pasado, por Camilo E. Ramírez

El autor es psicoanalista, traductor y profesor universitario. Instagram: @camilo_e_ramirez

Ante la crisis ambiental que se padece —desde hace muchos años— en la ciudad de Monterrey y su área metropolitana ha surgido una curiosa “nueva” estrategia política de comunicación del gobierno del Estado que consiste en declarar que lo que se está viviendo ya había sido predicho por sus sistemas de monitoreo. Cosa curiosa. Veamos.

La pregunta obvia que se impone en estos casos es, ¿qué utilidad tiene predecir el pasado desde el presente, al tiempo que igualmente se declara que no se pudo hacer mucho —o nada— para haber evitado tal problemática? Es una cosa curiosa y que deja con un muy mal sabor de boca a la ciudadanía: el gobierno, en cierta manera, lo sepa o no, intenta declararse inteligente (“esto ya lo sabíamos”) y al mismo tiempo, impotente (“no hay mucho que hacer”) desea dar una ilusión de control sobre el pasado, precisamente porque el presente y el futuro se les escapa, bajo la lógica de “esto que sucede ya lo sabíamos, no es algo que esté fuera de nuestro alcance, véanos, estamos tranquilos prediciendo el pasado” Es como cuando, valga el ejemplo, alguien le falta contestar algo a una pregunta, y cuando le están dando retroalimentación dice, “claro, para allá iba a explicarte eso que me estás diciendo ahora”, pero que evidentemente no lo sabía, porque de haberlo sabido lo habría dicho.

Po otro lado, ¿y si el gobierno sabía realmente lo que iría a suceder, entonces por qué no hizo algo para evitarlo? Algo que muestra que evidentemente no se sabía nada, si no se habría actuado en consecuencia, de lo contrario se estaría comunicando algo mucho peor: sabíamos que esto pasaría, pero no sabíamos que hacer o fuimos negligentes.

Publicidad

El curioso acto de predecir el pasado tiene como objetivo colocarse como un personaje que encarna el control de los objetos que describe, que predice (las crisis, los problemas) pero en tiempo pasado desde un presente caótico, cuya utilidad es la misma que profetizar el número ganador de la lotería cuando ya ha tenido lugar el sorteo y se ha anunciado al ganador. Predecir el pasado, tratar al presente y al futuro como si fuera pasado, algo ya escrito, ya sabido es una posición que en psicoanálisis se asemeja a la estructura neurótica obsesiva, en la cual el sujeto vive la vida de manera impotente, creyendo que sabe de la vida… sí, claro, pero sólo en cuanto trata a la vida como si estuviera muerta. Es decir, una vida que es una no-vida, sin variaciones ni sorpresas.

Lo mismo que la predicción del pasado, que no aporta absolutamente nada en términos de utilidad, predecir (que es más bien un post-decir) algo que ya se sabe, declara abiertamente la ignorancia e impotencia ante lo que sucede. Impotencia porque al predecir la crisis presente con “eso ya lo sabíamos”, “eso ya lo habíamos anticipado, pero lamentablemente no podíamos hacer nada”, ¿entonces cuál es la utilidad de saber-lo previamente?

Otra solución muy diferente consiste en asumir una posición de responsabilidad ante lo incompleto, lo ingobernable e incierto, con la simplicidad de un compromiso ético que declara: “ante esto que está sucediendo, haremos esto y esto otro”, manteniendo una apertura a lo que vaya sucediendo. Es decir, adaptándose a los cambios. Ya que, “la mejor manera de predecir el futuro es inventarlo” (Jorge Forbes) Es decir lidiar y operar con las limitaciones propias en el presente para buscar realizar con lo imposible (de saber, administrar, controlar…) la función de gobernar.

*El autor es psicoanalista, traductor y profesor universitario. Instagram: @camilo_e_ramirez


Síguenos en Google News:Google News

Contenido Patrocinado

Lo Último