Siempre decía mi abuela que cuando en una pareja hay mucha felicidad, habrá muchas lágrimas después. Algunos podrán estar de acuerdo otros no. Pero lo cierto es que uno nunca tiene la vida resuelta, piensa uno que “y vivieron felices para siempre” existe; pues no es cierto. Miren y les diré por qué.
En la semana se estrenó para prensa la obra Destello protagonizada por Pablo Perroni y Alejandro Oliva en la que son una pareja que se encuentran por una aplicación de ligue o sea Grindr.
Se comienzan a conocer y hay química. Los encuentros comienzan a ser más frecuentes, empieza a surgir el amor y zaz… se nos casan. Hasta ahí va todo bien, la casa perfecta, las profesiones de ambos maravillosas, etc.
Pero sucede algo que les cambiará la vida a ambos. Carlos interpretado por Alejandro sale al festejo de su amigo, pero Julio le pide que no vaya; Carlos no puede faltar.
Y esa noche de lunes es crucial para el drama que vivirá Julio por el resto de su vida. La verdad iba con pocas expectativas, pero me atrapó la historia, las actuaciones de Pablo y de Alejandro wow, mis respetos, aparte de tacote de ojos que todos nos dimos fue magnifico.
Neta que los besos que se dan son únicos, si no supiera que son actuados, pensaría que son de cualquier pareja. La historia es de Michael Batten. Traducción Pablo Perroni y la dramaturgia de Sebastián Sánchez Amunátegui quien es el culpable que la trama tome vida de una manera única.
En verdad vale mucho la pena ver esta obra como comunidad o población LGBT, porque hay ciertos focos rojos que vemos y que a veces no los tomamos en cuenta y que deberíamos para nuestra seguridad esta se presenta todos los jueves en el Foro Lucerna.
También otra obra que vi fue la de Abraham Lincoln va al teatro ¿eh? Así me quedé cuando leí el título. De entrada me dije, suena chistoso, y veamos de qué se trata.
Aparte el elenco esta increíble encabezado por Cristian Magaloni, Emmanuel Lapin y Nelson Rodríguez, una muy buena razón y la otra porque dirige mi querido Boris Schoemann.
Y a la tercera llamada se encienden las luces del Teatro La Capilla y comenzó la magia. Esta se sitúa en el Viernes Santo de 1865, John Wilkes Booth, un actor, asesina al presidente Abraham Lincoln que asistió a una representación de teatro.
Este es el meollo de la trama, pero un director quiere recrear el crimen contratando a dos actores que personifiquen a El gordo y El flaco para que lo actúen porque se inspiró en este hecho histórico para plantear una farsa que ilustra las enfermizas relaciones de poder y la esquizofrenia de los Estados Unidos, y el director, se reserva el papel de la estatua de cera de Lincoln.
Es muy buena la obra y te va llevando poco a poco a entender todo este estallido de emociones que nos plantea la trama, pero si te saca muchas carcajadas. Lo que me sorprendió es que no descansan, porque están de lunes a domingo, mis respetos.
Los invito a que me sugieran, comenten y también me recomienden lo que les gusta. Mis redes sociales son: Twitter @Tinajas, Instagram @tinajas75 y nos vemos la próxima semana.