La derecha muestra su verdadero rostro en la elección judicial. Su postura política y su guerra sucia los retrata de cuerpo entero: Mezquinos, mentirosos, sin proyecto alternativo en los temas de la agenda nacional. Sin rumbo.
Desde el triunfo de nuestro movimiento en 2018, cuando se comenzó a desmantelar el viejo régimen y muchos de sus privilegios se vieron amenazados, solo han atinado a tratar de defender el viejo sistema de corrupción que les daba manga ancha para sus negocios y para desfalcar la riqueza del pueblo.
En todos estos años, en lugar de construir una oposición seria, con argumentos y con un proyecto de nación claro, se han dedicado todos los días a descalificar y denostar todas y cada una de las iniciativas de nuestro movimiento para impulsar la Cuarta Transformación de México.
Con mentiras, con información falsa, con una crítica poco inteligente y con mucho odio, pero sobre todo sin éxito, han tratado de detenernos y de convencer al pueblo de que vamos por el camino equivocado.
Han querido instalar que estamos peor que antes, que llevamos al país al abismo, que nos estamos acabando todo. Si su narrativa tuviera sentido, hace años que el país no existiría. En aras de sus intereses, se contradicen y se les olvidada que dejaron el país en ruinas, que despojaron a la nación de gran parte de su riqueza.
No quieren ver que el país no sólo sigue de pie, luchando para componer lo que ellos dejaron destruido; seguimos de pie avanzando por el camino del bienestar y el desarrollo como nunca.
Se equivocaron entonces y se siguen equivocando, como sucede con la elección de las personas juzgadoras que serán elegidas por el pueblo para integrarse al poder judicial, lo que las obligará a trabajar para recomponer el sistema de justicia, respondiendo a los intereses de quienes los eligieron: el pueblo.
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Aquellos que no entiende que la reforma al poder judicial, de la que esta elección es parte, tiene como fin último lograr que en México se viva bajo el imperio de la justicia y de la ley, en donde se puedan ejercer plenamente los derechos y las libertades, de contar con un andamiaje institucional para una impartición de justicia imparcial, igualitaria y transparente.
Será una ruta larga, no sin desafíos y tropezones, pero la que el país necesita. Quien piensa diferente y busque detenerla sin argumentos serios y sin el afán de mejorarla, lo que en realidad estará haciendo es seguir en la terca posición de impedir que la transformación avance.
Al final de cuentas, la derecha está dejando claras sus verdaderos intereses. Están dejando claro que ellos son los enemigos del pueblo y la principal amenaza para que la elección del poder judicial sea un nuevo paso en la construcción del país justo e igualitario que el pueblo merece.