Por Claudia Gómez
El pasado sábado 7 de junio de 2025, celebramos un taller de cacao que marcó a los asistentes con una experiencia transformadora, guiada por Chloe Campero. Más allá de un simple encuentro, fue un espacio para reconectar con nosotros mismos, con la tierra y con las tradiciones ancestrales, utilizando el cacao como puente hacia la salud mental y el bienestar integral.
Chloe, colaboradora del Centro de las Artes Indígenas de Papantla, Veracruz, compartió su profundo conocimiento sobre el cacao y su legado espiritual.
El cacao, venerado como “el alimento de los dioses” por las culturas mesoamericanas, trasciende su valor culinario.
Contiene compuestos como la teobromina, la feniletilamina y el triptófano, que estimulan la liberación de dopamina y oxitocina.
La dopamina, ligada al placer y la motivación, contrarresta la apatía y la desmotivación, síntomas del vacío existencial.
La oxitocina, conocida como la “hormona del amor”, fomenta la empatía y la conexión emocional. En el taller, los participantes experimentaron cómo una taza de cacao ceremonial, preparada con intención, induce calma y apertura emocional, creando un espacio ideal para la introspección y la sanación.
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Para los totonacas, originarios de Veracruz, México, el cacao es un símbolo sagrado de vida y conexión con lo divino. En su cosmovisión, es un regalo de los dioses, usado en rituales para honrar la tierra, agradecer cosechas y fortalecer la comunidad.
Lo integraban en ceremonias agrícolas, ofrendas a deidades y festividades que celebraban la interconexión entre mente, cuerpo y alma.
Estas prácticas reflejaban una comprensión profunda de la relación humana con la naturaleza, donde el cacao actuaba como un mediador entre lo terrenal y lo espiritual, equilibrando el bienestar colectivo.
En el taller, exploramos esta sabiduría, guiados por Chloe Campero, quien, como curadora de Casa Xanath en el Festival Cumbre Tajín, resaltó cómo estas tradiciones nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia conexión con el entorno y cómo nuestra salud mental depende de esta armonía.
El vacío existencial, un sentimiento de desconexión que afecta a tantas personas hoy, puede mitigarse mediante rituales que nos anclan a lo esencial. Al compartir el cacao en círculo, guiados por meditaciones y dinámicas de introspección, los participantes rompieron barreras emocionales, reconectándose con sus intenciones y la comunidad.
Este acto, sencillo, pero profundamente simbólico, evocó la esencia de los rituales totonacas, demostrando que no son solo tradiciones del pasado, sino herramientas poderosas para sanar en el presente.
El taller del 7 de junio, liderado por Chloe Campero, fue un recordatorio de que el cacao, con su riqueza química y espiritual, nutre integralmente.
Al integrar sus beneficios con las prácticas ancestrales totonacas, encontramos un camino hacia la plenitud, tejiendo los hilos que nos unen con nosotros mismos, los demás y la Madre Tierra.
“A mí también me encantó el taller. Fue muy especial como se integró el concepto del cacao como fruto milenario con el proceso de sanación, ayudándonos a tomar conciencia de nuestra alimentación. También entender su capacidad para estimular y cómo impacta esto positivamente en nuestras emociones. Todo eso combinado con la experiencia de ir tomando el cacao y degustando sus granos, fue el complemento perfecto…” comentario de una asistente.
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