Claudia Sheinbaum, presidenta de México, lanzó un mensaje al mundo con tono de diplomática global: pidió que sea la ONU quien tome el liderazgo para construir la paz en Medio Oriente. El gesto es simbólico, idealista... y para muchos, también algo ingenuo. “México siempre será un factor de paz”, dijo la mandataria, con la bandera de la neutralidad bien planchada. Pero el problema es que la ONU —esa que debería ser árbitro y pacificadora— cada vez pinta menos.
Su papel está tan devaluado que ha pasado casi inadvertido en conflictos como Ucrania, Siria, Nigeria, Pakistán… y ahora, con Gaza e Israel ardiendo, tampoco logra hacerse escuchar.
El llamado suena bonito, pero la pregunta incómoda es: ¿a quién le habla Sheinbaum cuando invoca a la ONU? Porque en un mundo donde los vetos del Consejo de Seguridad bloquean cualquier intento serio de mediación, lo que queda es el discurso.
Y eso, en tiempos de fuego cruzado, no detiene misiles. Aun así, la presidenta mexicana insiste en mantener a México en su tradicional rol de “país que no se mete, pero opina bonito”. Y en estos tiempos, hasta eso parece un lujo diplomático.
Pemex dice que todo bien… pero en Ciudad del Carmen ya se les queman los recibos. Mientras en Palacio Nacional aseguran que no hay crisis con proveedores, en Ciudad del Carmen la realidad parece otra. Trabajadores afiliados a Canacintra aprovecharon para salir a las calles y reclamar lo que, dicen, Pemex les debe.
Y no se trata de una cantidad menor: denuncian falta de pagos a proveedores, recortes de personal y salarios congelados. Incluso aseguran que hay facturas impagadas hasta del catering para los trabajadores de las plataformas. O sea, ni la comida se ha salvado del atraso.
Mientras en los discursos oficiales se presume estabilidad, en el sur del país los reclamos comienzan a escalar. Y aunque desde el gobierno federal niegan que haya una crisis en puerta, los empresarios locales aseguran que la cadena de pagos está rota... y la paciencia, también.
La pregunta incómoda: ¿Pemex está fingiendo que todo marcha bien, mientras los proveedores acumulan deudas y despidos? Porque si hasta los tamales del turno nocturno quedaron en el limbo, algo no cuadra.