La poderosa semilla del buen día

La poderosa semilla del buen día
FOTO: VICTORIA VALTIERRA/CUARTOSCURO.COM

En un mundo cada vez más desconectado, donde cruzamos la calle sin levantar la vista del teléfono, entramos al elevador sin mirar a los demás y damos los buenos días solo por rutina —cuando los damos—, recuperar el valor de un saludo parece un acto menor. Pero no lo es. Es una semilla. Una pequeña acción que, bien sembrada, puede cambiar mucho más de lo que imaginamos.

Decir “buenos días” no es solo cortesía. Es una afirmación de existencia: te veo, te reconozco, y te respeto. Y aunque parezca simple, esa validación cotidiana puede ser profundamente reconfortante en un mundo donde muchas personas se sienten invisibles.

Un saludo puede desactivar tensiones, generar vínculos, construir comunidad. En la oficina, en la calle, en el transporte, en tu propia casa. ¿Te ha pasado que alguien te sonríe al saludarte y, sin darte cuenta, el día te cambia? Eso no es magia: es humanidad. Es recordarnos que todos compartimos el mismo espacio y el mismo derecho a sentirnos vistos.

Vivimos una época donde la prisa domina, donde el individualismo gana terreno y donde muchos creen que la amabilidad es una pérdida de tiempo. Pero, desde mi experiencia, nada es más poderoso que una actitud respetuosa, amable y cercana. Y todo comienza con un saludo.

En mis años trabajando en temas de seguridad y ciudadanía, aprendí que el respeto y la prevención no empiezan con más cámaras o más leyes: empiezan con más comunidad. Y no hay comunidad sin comunicación. Una mirada, una palabra, un gesto. Eso basta para hacerle saber al otro que no está solo. Y cuando alguien se siente parte, también se siente responsable.

Una ciudad donde la gente se saluda es una ciudad más segura. Una empresa donde las personas se miran a los ojos y se dan los buenos días, es una empresa más productiva. Un país donde la cortesía no es excepción, sino norma, es un país con más posibilidades de progreso. No son teorías: es lo que he visto, lo que he vivido y lo que sé que funciona.

Puede parecer ingenuo, pero no lo es. Es una estrategia de vida. Porque cuando tú das los buenos días, no solo los das: también los provocas. Rompes la indiferencia. Plantas una semilla. Y esas semillas, si se riegan con constancia, pueden dar frutos de confianza, respeto y cooperación.

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Hay días en que uno mismo está de malas, cansado o preocupado. Justo en esos días, el saludo cobra aún más valor. Porque no depende del estado de ánimo, sino del tipo de persona que decides ser. Y quien elige saludar, aún en medio del caos, está eligiendo humanidad.

No todo está en nuestras manos, es cierto. Pero sí está en ti cómo eliges comenzar tu día… y el de los demás. Puedes pasar desapercibido, o puedes dejar una huella. Y no hace falta ser famoso, tener un cargo o una fortuna. Basta con tener voluntad.

Empieza por ti. Mira a los ojos. Sonríe. Saluda. No esperes a que el otro lo haga primero. Que tu ejemplo sea el cambio que esperas. Quizá no cambies el mundo en un día. Pero sí puedes cambiarle el día al mundo de alguien. Y eso, créeme, ya es mucho.

Porque al final, lo que siembras en otros también florece en ti. La cortesía no es debilidad: es liderazgo. Y todo, todo… comienza con un simple: buenos días.

Hoy, más que nunca, el mundo necesita menos muros y más puentes. Y cada saludo es eso: un pequeño puente. No importa tu edad, tu ocupación o tu ideología. Todos podemos elegir conectarnos con respeto. Todos podemos contribuir a una mejor convivencia. Y ese “buenos días” puede ser el inicio de algo mucho más grande de lo que imaginas.

Es curioso cómo los grandes cambios comienzan con lo más pequeño. Una mirada sincera. Un gesto amable. Una palabra oportuna. No subestimes el poder de tu ejemplo. En una sociedad donde muchos gritan para ser escuchados, a veces basta con saludar para ser recordado.

Haz la prueba. Saluda a quien normalmente ignoras. Hazlo con intención, con alegría, con autenticidad. Te sorprenderás del efecto multiplicador que puede tener. Porque cuando eliges saludar, eliges sumar. Y quienes suman, construyen.

Y tú, ¿ya diste tus buenos días hoy? Y SIEMPRE GRACIAS!

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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