En el cuidado de los animales de compañía no es suficiente con alimentarles o compartir fotografías. En momentos donde los perros han dejado de ser periféricos para volverse integrantes plenos de millones de familias, hablar de su bienestar es hablar del contrato social en la calle, el hogar, el espacio público y hasta el drenaje.
Su bienestar no depende únicamente del cariño de sus dueños, sino de una cadena más compleja de responsabilidades compartidas que incluye la prevención de delitos, el manejo de residuos y el respeto a la colectividad.
Cada vez que alguien deja las heces de su perro en la banqueta, no solo comete una falta cívica, también traiciona la promesa tácita de cuidado que implica vivir con un animal.
Incluso, quienes recogen los desechos no siempre entienden que el deber no termina ahí. Muchos arrojan la bolsa con heces a la alcantarilla más cercana. El agua no lo disuelve todo ni el drenaje es un basurero.
Hablar del bienestar animal implica también hablar de seguridad. El robo de perros es un crimen que involucra redes de explotación, maltrato, venta clandestina y lucro con la vida ajena. Muchos ocurren en vía pública: un descuido durante el paseo, un portón abierto, una ventana sin protección. Otros son planeados: individuos que ubican razas de alto valor en redes sociales, siguen a las personas y ejecutan el hurto.
Entre el 1 de enero de 2023 al 16 de julio de 2025, a través de la línea de emergencias 9-1-1,en el C5 recibimos 245 reportes por robos.
El contexto del Día Mundial del Perro es oportunidad para fortalecer medidas como pasearlo con correa, por sitios seguros y en los parques llevarlo al espacio destinado para perros y no perderlo de vista.
Es un deber perruno.