No hay gobierno, programa o política pública que por sí sola logre transformar a una sociedad sin la energía, la decisión y la constancia de quienes integran esa sociedad.
De todas las capacidades humanas, hay una que se convierte en motor incansable del progreso: la del emprendedor. No me refiero solo al que crea empresas, sino a quien toma el control de su vida con mentalidad creativa, actitud positiva y acción constante.
Ser emprendedor es mucho más que abrir un negocio. Es una forma de ver el mundo y de responder a él. Es identificar oportunidades donde otros ven problemas. Es decidir construir en vez de quejarse.
Es comprometerse a avanzar, incluso sin garantías, con la convicción de que vale más intentarlo que quedarse quieto. Lo que una sociedad necesita para salir adelante —en tiempos difíciles, de incertidumbre o de cambio— no es solo liderazgo político o recursos económicos. Necesita ciudadanos que se levanten cada día con la voluntad de emprender.
El emprendedor de hoy es el ciudadano que no espera que alguien más le resuelva los retos, sino que empieza por resolver lo que está en sus manos. A veces eso significa iniciar una empresa. Otras veces, es levantar una organización social, un colectivo ciudadano, una propuesta nueva. Y siempre, es una actitud: la de no quedarse cruzado de brazos.
La mente del emprendedor
Todo comienza con la mente. El emprendedor ve el mismo mundo que los demás, pero lo interpreta distinto. Donde hay crisis, ve oportunidades. Donde hay limitaciones, ve espacios para innovar.
PUBLICIDAD
Su visión no es ingenua; al contrario, es profundamente realista. Sabe que los problemas existen, pero también sabe que todo problema es una invitación a crear una solución.
Esta mentalidad emprendedora se forma con disciplina, experiencia y apertura. Se alimenta de aprender constantemente, de escuchar a otros y de no temerle al fracaso. Entiende que cada error trae una lección, y cada intento, una posibilidad.
La actitud del emprendedor
Tener una mentalidad emprendedora no basta sin una actitud firme. La actitud es lo que diferencia a quienes sueñan de quienes actúan. Es la disposición de levantarse después de caer. De empezar de nuevo, una y otra vez, con entusiasmo renovado.
El emprendedor no siempre tiene todas las respuestas, pero tiene una actitud que le permite buscarlas sin rendirse. Se mueve por convicción, no por conveniencia. No es rehén del miedo, ni esclavo de la queja. Sabe que los grandes cambios empiezan por pequeñas acciones.
En un país como México, con tanto talento, creatividad y riqueza cultural, la actitud emprendedora es una herramienta de transformación social. Es el arma más poderosa contra el conformismo y la apatía.
La acción del emprendedor
La mente clara y la actitud firme solo se convierten en resultados cuando se traducen en acción. El emprendedor actúa. No se queda en el papel ni en la idea. Se lanza, se arriesga, prueba, corrige y vuelve a intentar.
La acción del emprendedor no siempre es espectacular, pero es constante. Y esa constancia es la que cambia entornos, transforma familias y fortalece comunidades. Porque cuando una persona actúa desde su propósito, su impacto se multiplica.
He visto a miles de personas emprender desde cero y convertirse en líderes. He visto cómo un pequeño negocio familiar se convierte en motor económico de su comunidad. Y he visto cómo una causa bien emprendida se vuelve ejemplo nacional.
¿Por qué es relevante esto hoy? Porque vivimos tiempos en los que la incertidumbre parece ganar terreno, y las soluciones fáciles son tentadoras pero ineficaces. En ese escenario, la mente, actitud y acción del emprendedor son más necesarias que nunca. No podemos darnos el lujo de esperar. Debemos formar, apoyar y reconocer a quienes están dispuestos a emprender —en cualquier ámbito— con ética, visión y compromiso.
La buena noticia es que todos podemos hacerlo. Todos podemos elegir actuar como emprendedores: pensar con apertura, mantenernos positivos y pasar a la acción. No se necesita tener todos los recursos, solo tener claridad en lo que se quiere lograr y voluntad de avanzar.
El emprendedor no es un héroe solitario. Es parte de una red social, económica y cívica que necesita nutrirse, reconocerse y multiplicarse. La mente, actitud y acción emprendedora son contagiosas. Y cuando se esparcen, elevan a la sociedad entera.
Por eso Afirmo: será la mentalidad emprendedora la que saque adelante al Mundo. No una ideología. No una sola política. Sino miles de personas convencidas de que pueden, deben y quieren construir un mejor futuro.
Lo demás, se puede planear, discutir o debatir. Pero el verdadero cambio empieza cuando alguien —como tú— decide emprender. Dime qué Opinas? @LuisWertman