Opinión

Vivir en un mundo que nos desafía

cortesía
Diagnóstico médico

“No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”. (Krishnamurti)

A los seres humanos nos aterra la enfermedad. A pesar de ser una condición natural de la existencia de todo ser vivo, hacemos lo posible para mantenerla alejada de nuestra conciencia. Sin embargo, una sociedad enferma nos arrastra, sin siquiera darnos cuenta de cómo nos afecta.

Pero, ¿cómo no enfermar en una sociedad que nos exige dejar de ser quienes somos, esconder nuestros sentimientos y emociones reales para no mostrarnos vulnerables y hacer a un lado nuestros anhelos profundos?

Las expectativas están puestas en ganar dinero y, a menudo, nos dejan sin calma ni tiempo para disfrutarlo. No queda espacio para dedicarnos a nosotros, para contemplar la vida sin pensar en el siguiente reto.

Enfrascados en la necesidad de pertenecer y ser reconocidos, nos obsesionamos con responsabilidades y obligaciones que nos permitan sobrevivir en la sociedad.

Nos presionamos para cumplir con los requisitos y ser quienes indica la norma, intoxicándonos con un cúmulo de pensamientos y prejuicios ajenos que hemos hecho propios e integrado a nuestra cotidianeidad sin actualizarlos.

Nuestra mente se habituó a la idea de que, si cumplimos esas expectativas, podremos sentirnos plenos y enamorarnos de nuestra vida.

Perseguimos ilusiones que consideramos indispensables para nuestra felicidad. Nos enfermamos de estrés intentando lograr todo eso que la sociedad exige, sin cuestionar si nos brinda bienestar verdadero.

No se trata de dejar todo e irnos a vivir como hippies, pensando que la vida es amor y paz y, por lo tanto, nada importa. Se trata de detenernos a sentir si esa persecución nos brinda paz, si eso que hacemos para ser felices nos conduce por un “camino feliz”.

Tampoco se trata de no disfrutar lo que tenemos, sino de relacionarnos con ello de otra forma. Aceptando la naturaleza efímera de todo, permitiéndonos soltar lo que no es para nosotros, sin apegos. Reconociendo que la grandiosidad está en nuestra propia humanidad. Dejando de culparnos por el pasado que fue de la única manera que pudo ser y de perseguir compulsivamente alegrías futuras. Se trata de empezar a vivir la vida, en vez de pensarla. La paz y la felicidad solo pueden existir en el presente.

Eso que crees que te hace falta para ser valioso, habita en ti desde que naciste. No necesitas poner palomitas en todo aquello que has cumplido, quizás a costa de ti mism@.

Tal vez eso a lo que te aferras, está deteniendo tu crecimiento como ser humano y evitando que potencialices quien realmente eres. Tal vez eso que tanto anhelas, ser millonario, tener una familia o pareja ejemplares, el trabajo, la casa, el auto o el físico perfectos, sean solo paliativos a la infelicidad colectiva.

No nos beneficia adaptarnos a una sociedad que solo pide y en la cual nada es suficiente. Una que tiende a la agresión, la envidia, la competencia y la inconsciencia, pretendiendo encontrar felicidad.

Debemos detenernos para conocer el costo pagado por la obsesión de alcanzar sueños de éxito y felicidad creados por otros, para cuestionarnos y comprender lo que, auténticamente, desea el alma para ser feliz. Para descubrirnos y aclararnos acerca de lo que podemos aportar a la sociedad, en lugar de enfermar con ella. En el silencio brotará nuestra propia voz.

¡TU IMPORTAS! En C7 Salud Mental estamos para escucharte y atenderte.

DV Player placeholder

Tags

Lo Último