Un país, como una ciudad, una familia o una persona, pueden atravesar por las mismas circunstancias y problemáticas: perder la dimensión entre lo eternamente pendiente y aquello que aparece siempre en un primer plano, bajo el disfraz de algo que vendría a resolver una determinada situación, pero termina siendo siempre un nuevo-viejo malestar que se suma a la ya de por sí trágica serie.
¿Qué sucede con los gobiernos del Estado de Nuevo León, su capital, Monterrey y su área metropolitana? Lo que siempre se ha sabido y por más paradójico y de humor negro que parezca, que los gobiernos y ciudadanos de Monterrey padecen a los gobiernos y ciudadanos de Monterrey. Es decir, que lo que se vive en la ciudad es efecto directo de la lógica e idiosincrasia que surgió desde su fundación y que moldea la identidad de gobernantes y ciudadanos: explotar y lucrar sin regulación alguna con todos los espacios y recursos naturales. Elija usted cualquier problemática que padece el Estado y la ciudad y siempre llegará a ese mismo punto. El lucro parece justificarlo todo.
¡Gol! ¡Mundial! ¡Estadios! ¡Destruir los cerros, construir y construir! Aquí, como en muchas partes de México y el mundo, todo se justifica si hay lucro. El problema es que se realiza sin regulación, ni ética de ninguna clase, ni con la naturaleza ni con los trabajadores. Si se intenta regular a la IP o a los gobiernos entonces declaran que se es de izquierda, dejando en evidencia que su visión de la vida y los negocios es totalmente conservadora-corrupta. “¡Déjenos hacer lo que queramos! ¡No ven que estamos ganando dinero!” –es su máxima, modus operandi, su religión. El problema, y grabe, es que se llevan a todos de encuentro. Y, en muchos casos, los gobiernos y autoridades se dejan comprar, reforzándoles a la IP la idea de que con dinero “baila el perro”, que todos tienen su precio, eso se transmite a los niños y jóvenes, quienes terminarán reproduciendo dichos patrones. ¿Cree que exagero? Dese un tiempo de hablar con la gente y le sorprenderá lo que comparten tanto en persona como en sus redes sociales.
Lo eternamente pendiente: explotación desmedida de cerros y montañas, contaminación de ríos, asentamientos irregulares, sin servicios básicos, problema de movilidad que impide trasladarse para estudiar y trabajar, corrupción en prácticamente todos los rubros y sectores, desde la construcción al transporte, pasando por el monitoreo de la calidad del aire que respiramos, la conservación de agua limpia y áreas verdes, el aumento exponencial en costo de vida, cotización de metro cuadrado y un largo etcétera. Usted se puede estar preguntando, ¿y por qué no se atienden y cuidan dichas cuestiones? Simple y sencillamente porque no son negocio, sino todo lo contrario, hacen perder dinero y votos, pero con seguridad se les empleará como plataforma para hacer campaña política: “no más baches, agua y aire limpio, fuera el crimen, sin miedo Nuevo León, fuera la vieja política…te lo promete tu candidato en turno.
La respuesta ante lo eternamente pendiente es pan y circo, en este caso, un mundial de futbol se aproxima. Por supuesto que es un gran evento deportivo, que pondrá feliz a mucha gente, que se podrá generar, una vez más, ganancias gracias al turismo. Claro, definitivo, pero a qué costo; poco parece importar, ya que, se gana una “buena lana”, los altos índices de pobreza, la falta de agua, la desnutrición infantil, el desempleo, la carencia de agua potable, medicinas, escuelas dignas, el problema del exceso de parque vehicular…Todo eso se “barre de bajo de la alfombra” por donde la visita no vea para entonces poder gritar de emoción, ya que se es la mejor afición de México, a los cuatro vientos y con toda la frustración a cuestas, gooooooooool.