Usted seguramente ha escuchado muchas veces la frase “salga de su zona de confort”, y quizá ya hasta le suene muy común. Sin embargo, si se detiene a pensarlo con calma, notará que ese espacio llamado zona cómoda no siempre tiene que ver con comodidad real. Muchas veces es un lugar donde se acumulan las rutinas que nos mantienen estancados: relaciones que sólo desgastan, amistades que son una muy mala influencia, formas de pensar que nos repiten una y otra vez que “esto es lo que hay” y que no hay nada más allá. Lo cómodo, entonces, no siempre es lo que realmente nos acomoda, sino lo que ya nos resulta conocido, aunque duela o nos limite. Salir de esta zona no significa necesariamente dar saltos radicales. Puede empezar por observar con honestidad dónde se está conformando. Pregúntese: ¿cuánto tiempo invierte en personas que no le aportan nada positivo? Incluso, por ejemplo, en su forma de comer siempre lo mismo, sin escuchar lo que de verdad necesita su cuerpo. O el sedentarismo, que poco a poco se convierte en un hábito disfrazado de descanso. Curiosamente, también para muchas personas el exceso de movimiento puede ser una zona cómoda: esa hiperactividad que les hace sentir ocupadas todo el tiempo pero que, en el fondo, es una forma de evadir mirar a su interior. Lo mismo pasa con el celular, con el trabajo, con la idea de que “estar siempre haciendo” es igual a estar creciendo. Esos son estados de confort engañosos: parecen actividad, pero en realidad son una trampa que nos impide conectar con nuestra voz interior. Salir de la zona cómoda no se trata de incomodarse, sino que se trata más de escucharse con profundidad y darse cuenta de qué cosas ya no le regalan crecimiento, paz, libertad, o amor propio. Dejar las relaciones que pesan, rutinas que no inspiran, pensamientos que se repiten como disco rayado, aunque al principio se sienta extraño, es el verdadero reto para acceder a espacios de la conciencia que representen nuestro siguiente nivel, ojo, para uno mismo, sin compararse con nadie. La clave está en conectar con su interior. Cuando deja de mirar tanto hacia afuera, puede escuchar esa voz que le dice qué necesita de verdad. Tal vez le pide descanso, tal vez le pide movimiento, tal vez le pide límites más claros o, simplemente, más honestidad consigo mismo. Ahí está la brújula más precisa: dentro de cada uno. Cada vez que usted se atreve a mirar de frente lo que ya no le sirve, está dando un paso hacia adelante en su expansión. Le invito a que la próxima vez que escuche “salga de su zona de confort”, no lo piense como un movimiento externo. Véalo como una invitación a escuchar lo que su ser le está pidiendo para evolucionar. No se trata de moda ni de frases motivacionales vacías: se trata de su vida, de su crecimiento como ser humano y de su capacidad de sentirse en paz consigo mismo. Salir de la zona cómoda, en realidad, es entrar en su propia verdad.

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