Lejos de ser amenazas, la ansiedad, la angustia y el pánico son señales del cuerpo que indican un desequilibrio, invitándonos a pausar y reconectar. C7 Salud Mental abraza estas señales como oportunidades de crecimiento, usando un enfoque integrativo para fomentar el bienestar. Escuchar al cuerpo nos alinea con nuestra misión de construir consciencia, conexión y comunidad.
La teoría polivagal explica que el nervio vago regula nuestra sensación de seguridad. Cuando nos sentimos a salvo, promueve calma a través de conexiones con otros o la naturaleza. Bajo estrés, activa alerta (ansiedad), introspección (angustia) o colapso (pánico). Estas son respuestas naturales, no trastornos, a menos que sean crónicas, en cuyo caso se recomienda una revisión médica. Experiencias como un abrazo, una voz cálida o un paseo en la naturaleza calman el sistema nervioso más que las palabras solas, ya que el nervio vago responde a estímulos de seguridad.
Xóchitl, de quien hemos venido hablando, sintió su corazón acelerado bajo la presión de ser perfecta y eficiente. El colibrí le dijo: “No temas las señales de tu cuerpo; son como un río que se desborda, mostrando lo bloqueado”. Ella vio su ansiedad como un llamado al descanso, su angustia como una necesidad de sanar heridas pasadas y el pánico como una demanda de reconexión inmediata.
La “sociedad del cansancio” de Byung-Chul Han muestra cómo la vida moderna —productividad constante, comparaciones en redes, estándares idealizados— nos desconecta de nosotros mismos. En México, donde se trabajan las horas más largas del mundo (OCDE), la presión por adoptar prácticas de bienestar como meditación genera más estrés. La ansiedad señala exceso de trabajo o miedo al fracaso; la angustia refleja pérdidas no sanadas; el pánico pide atención al estrés acumulado. Son gritos por conexión con seres queridos, la naturaleza o nuestro propósito.
El cuerpo es honesto. Un corazón acelerado o un pecho oprimido expresa lo que la mente reprime: duelos, presión social o aislamiento. Como dice Bessel van der Kolk, “el cuerpo lleva la cuenta”, transformando emociones silenciadas en señales físicas. Al acoger estos mensajes, podemos ajustar nuestra vida —priorizando descanso, relaciones o tiempo al aire libre— en lugar de perseguir la perfección.
Idea práctica: No resistas los episodios; acéptalos como guías temporales. Durante un ataque de pánico, respira lentamente (4 segundos inhala, 6 exhala) para calmar el nervio vago. Para ansiedad o angustia, escribe: “¿Qué presión cargo? ¿Qué necesita sanar?”. Dedica 20 minutos semanales a un parque para reducir cortisol, según estudios. Busca un abrazo o una palabra amable para liberar serotonina. Si persisten, un terapeuta con enfoques somáticos o humanistas puede ayudarte.
Escuchar estas señales nos ayuda a resistir la cultura del agotamiento y reconectar con nuestra humanidad. Los talleres de C7 Salud Mental ofrecen herramientas para abrazar estos mensajes en comunidad.
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