Opinión

Yo le digo sí a la vida

Aún en medio de la adversidad más oscura, la vida sigue esperando algo de nosotros

Si tu mente está divagando más de lo habitual pensando en tu crush, debes dejarlo ir
Decir “sí” a la vida no significa ignorar el dolor (Pexels)

Decir “sí” a la vida no es una frase bonita para días fáciles. Es una decisión profunda, un acto de valentía que se pone a prueba cuando todo parece perdido. El mensaje de Viktor Frankl, que vivió el límite del sufrimiento humano, no es teoría: es experiencia convertida en fuerza. Con un “sí” contundente, nos recuerda que aún en medio de la adversidad más oscura, la vida sigue esperando algo de nosotros.

La libertad última de cada ser humano es decidir su actitud. Cuando las circunstancias no se pueden cambiar, todavía podemos elegir cómo responder. Esa elección no sólo nos salva, nos define. Nos convierte en autores de nuestro destino aun en medio del caos.

La vida no nos debe nada; al contrario, nos pregunta todo el tiempo: ¿qué espera de ti hoy? Esa respuesta da sentido a lo que hacemos. Y existen tres caminos claros: el trabajo y lo que construimos, el amor y los vínculos que cultivamos, y la actitud frente al dolor inevitable. Este último es el más difícil, pero también el más transformador, porque el sufrimiento resignificado puede convertirse en semilla de esperanza.

Decir “sí” a la vida no significa ignorar el dolor. Es enfrentarlo con la frente en alto y convertirlo en propósito. Es reconocer que cada crisis puede volverse enseñanza y cada pérdida, una misión. Ese acto íntimo de liderazgo comienza dentro de uno mismo y se proyecta hacia todo lo que tocamos.


Este mensaje no es para otro tiempo ni para otras personas: ES PARA TI! AQUÍ Y AHORA! Para el académico que forma vidas; para el empresario que decide el rumbo de cientos de familias; para el servidor público que sostiene la confianza de la sociedad; para el empleado que atiende con dedicación; para el trabajador que transforma con sus manos; para el joven que siente que el mundo está en su contra. A todos: l a vida les está preguntando algo. ¿Cuál será su respuesta?

Decir “sí” es liderazgo en acción. Es elegir propósito cuando todo empuja a rendirse. Es comprender que el sentido no depende de lo que recibimos, sino de lo que damos. Que incluso el dolor, cuando se vive con dignidad, puede abrir caminos de esperanza para otros. Ese sí transforma la queja en propuesta, la debilidad en fortaleza y el miedo en voluntad de vivir.

En una época donde es tan fácil culpar y tan difícil asumir, el primer paso está en ti. No esperes a que todo cambie para encontrar sentido; haz que tu respuesta sea el cambio. Cada decisión cuenta: la manera en que trabajas, en que escuchas, en que ayudas, en que te levantas después de caer.

Este llamado no está reservado a las grandes tragedias. También aplica para los días comunes, para las noches en que dudas si vale la pena seguir, para los momentos de incertidumbre en que el futuro parece cerrarse. Allí, la respuesta debe ser clara y fuerte: SÍ, VALE LA PENA! Sí, puedes transformar tu historia. Sí, la vida te necesita con tu talento, tu esfuerzo y tu autenticidad.

Ese “sí” es más que una palabra: es una postura ante el mundo. Es un faro silencioso que guía a una persona, a una familia, a una comunidad y a una sociedad entera. Porque cuando miles eligen con esa convicción, no sólo sobreviven: cambian el rumbo de la historia. Un sí colectivo se convierte en confianza social, en cultura ciudadana, en capacidad de reconstruir lo que parecía perdido.

Hoy la pregunta vuelve a ti: ¿qué espera la vida de ti? Que tu respuesta sea firme, que tu corazón esté decidido y que, a pesar de todo, puedas decir con claridad y con fuerza:

¡SÍ! SÍ ELIJO VIVIR! HACIENDO EL BIEN, HACIÉNDOLO BIEN.

@LuisWertman

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