La tienda de la esquina y el supermercado comparten un rasgo invisible: ambos ven la calle todos los días. Esa mirada constante sobre el ritmo del vecindario puede convertirse en un recurso de seguridad colectiva.
En ese proceso, las tiendas se han transformado en actores cívicos de primer orden. Cuando una cámara colocada en el comercio enfoca la calle, no sólo protege al negocio, sino a la comunidad entera.
Desde esa lógica, el reciente convenio entre el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) de la Ciudad de México y Walmart de México y Centroamérica, encabezado por su Vicepresidente Javier Treviño Cantú, marca un punto de inflexión en la forma de concebir la vigilancia urbana.
Con la integración de casi 300 sucursales a la red pública de videovigilancia, el perímetro de cada tienda se convierte en una extensión del espacio público protegido. La cámara que antes sólo registraba movimientos dentro del estacionamiento o el acceso a la tienda ahora observa también el entorno.
El convenio amplía la cobertura tecnológica y acerca el gobierno a la vida cotidiana, al acortar tiempos de respuesta ante emergencias y fortalecer canales ciudadanos como el 9-1-1 y el 089 para denuncia anónima.
El modelo se suma a una tendencia en marcha de la cual forman parte socios de la Asociación Nacional de Tiendas Departamentales, la red de videovigilancia de OXXO, que integró 150 tótems conectados directamente al C5, y la Asociación de Hoteles de la Ciudad de México.
Estas iniciativas delinean una estrategia de seguridad participativa, donde los comercios se conectan al ecosistema de 83 mil 414 —más las 30 mil 400 del programa Ojos que Te Cuidan que estarán listas este año—. En las zonas donde este sistema se ha implementado, los registros muestran descensos delictivos de entre 20 y 70 por ciento.
Representan el tránsito hacia un modelo de videovigilancia mixta y a la reafirmación de la lógica que impulsamos desde el C5: sin comunidad no hay seguridad.
@guerrerochipres