Vivir la Ciudad de México se ha vuelto una batalla diaria. Es levantarse antes de que amanezca para alcanzar el transporte; cruzar una ciudad que parece diseñada para probar nuestra paciencia; salir con la esperanza de regresar con bien. Aun así, esta ciudad late, crea, resiste y se niega a rendirse. Por eso duele verla gobernada desde la soberbia y la desconexión, donde las decisiones se toman lejos de la gente y las soluciones nunca llegan a donde más se necesitan.
La experiencia nos ha enseñado algo sencillo pero olvidado: una ciudad no puede caminar sin su gente. No se puede gobernar desde una oficina ni suponer que la autoridad, sola, tiene todas las respuestas. Lo público se construye hablando, deliberando y contrastando ideas, no imponiendo decisiones desde un escritorio. Lo colectivo es diálogo, no monólogo.
Hoy, a pesar de los anuncios optimistas y los datos triunfalistas, la realidad es otra: millones de personas enfrentan traslados interminables, falta de agua, calles inseguras e instituciones cada vez más lejanas. Y mientras tanto, la ciudad pierde brillo, pierde tiempo… y pierde futuro.
Creo en una ciudad que escuche, que invite, que explique y que pida cuentas a sus funcionarios. Una ciudad que no tenga miedo a debatir, porque el futuro se escribe mejor cuando se escribe entre muchas manos. Nuestra capital no está condenada; tiene alternativa. Pero esa alternativa no llegará sola: se construye con participación, con organización y con decisión.
Siete años de gobiernos de Morena en la Ciudad de México es ya un tiempo razonable para hacer un balance serio y critico, y, debemos decirlo, las cosas no están bien, la ciudad no avanza, pues la realidad no corresponde con las utopías de transformación. El proyecto oficial terminó por convertirse en un administrador de lo que ya no funciona; y en un reproductor de las prácticas del pasado: el clientelismo, la improvisación y la ocurrencia. Mientras tanto, la ciudad que un día fue modelo de vanguardia y de los derechos, retrocede en lo más básico y primario, los servicios, la seguridad y la movilidad.
Frente a esta falta de resultados, hay una alternativa que piensa la política de una manera diferente, planeada, con y para la gente, alegre y sobre todo, pensada a futuro, porque la ciudad es nuestra y debemos recuperarla desde lo cotidiano, desde lo colectivo, desde la voz de quienes la viven y la caminan. Revertir el abandono de la capital del país no es una tarea menor pero tampoco una batalla perdida. No nos conformemos.
Este espacio nace para contar las historias reales de la ciudad, las que no aparecen en conferencias de prensa ni en discursos de autocelebración. Aquí hablaremos de servicios, de movilidad, vivienda, agua, seguridad, desigualdad, pero también de innovación, soluciones posibles y experiencias que sí funcionan. No es un espacio para la queja fácil, sino para la construcción colectiva.
Alejandro Piña, Coordinador Estatal de Movimiento Ciudadano en la CDMX. Contáctame IG: @alejandro.pinha

