Opinión

Manzo: el precio de gobernar con dignidad

Carlos Manzo
Carlos Manzo presidente municipal de Uruapan, Michoacán, aseisnado.

El asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Alberto Manzo Rodríguez, el pasado 1 de noviembre de 2025 durante el Festival de las Velas, es una tragedia que sacudió a todo el país. A los pocos días, su esposa, Grecia Itzel Quiroz García, rindió protesta como alcaldesa sustituta de Uruapan, mostrando una valentía y compromiso que subrayan el calvario por el que pasan los servidores públicos que levantan la voz. Manzo durante meses pidió ayuda, advirtió sobre el riesgo que corría y denunció la presencia del crimen organizado en su municipio. Lo hizo una y otra vez, y nadie —absolutamente nadie— hizo nada. El narcogobierno lo dejó solo.

Manzo fue diputado federal por morena, pero en 2024 decidió competir como candidato independiente para la alcaldía de Uruapan. Desde el inicio de su gestión denunció la influencia de los cárteles en la región —una zona estratégica por la industria del aguacate y la madera— pero también señaló la indiferencia de las autoridades federales y estatales. Sabía que estaba en la mira y dijo abiertamente que no quería ser otro de los ejecutados. ¡Y lo fue! Durante meses pidió protección y, según las autoridades, la tenía. Pero, ¿de qué sirve un esquema de seguridad si un alcalde puede ser asesinado en un evento público, frente a sus hijos? ¿De qué sirve tener un “gobierno” que presume coordinación y control, si ni siquiera puede garantizar la vida de un servidor público que se atrevió a levantar la voz contra el crimen? ¿La respuesta? ¡Morena no sirve para nada!

Este asesinato exhibe, una vez más, el fracaso absoluto del Estado mexicano y también hace evidente la descomposición moral de un régimen que ha hecho del discurso su única herramienta de gobierno. Morena, el partido que prometió transformación y justicia, se ha convertido en un aparato que todo lo justifica, todo lo minimiza y todo lo destruye. Ante cada tragedia, las palabras son las mismas: “lamentamos lo sucedido, habrá justicia y se castigará”. Pero, en los hechos, la impunidad sigue siendo la norma.

Y lo más increíble es que la presidenta de México, en lugar de asumir la responsabilidad que le corresponde, sigue culpando a gobiernos anteriores por la violencia en la región pero los habitantes de Uruapan no se hicieron esperar, salieron a las calles al grito de “¡Carlos Manzo vive!” y “¡Justicia ya!”, dirigiendo su rabia también hacia los niveles estatales y federales. Como respuesta a estas movilizaciones, presentó el “Plan Michoacán por la Paz y la Justicia”, prometiendo una inversión de 57 mil millones de pesos, además de que el estado de Michoacán aportaría 2 mil 700 millones para distintas acciones del plan. Sin embargo, en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2026 no se asignó ninguna partida específica, lo que genera muchas dudas sobre su ejecución ¡ya veremos!

Lo que ocurrió en Michoacán es el retrato de México, un país donde quien intenta hacer bien las cosas es asesinado con la mano en la cintura; donde la vida vale menos que una declaración política; donde la justicia se anuncia en conferencias, pero nunca llega a las calles. Y lo más grave es que parece que ya nos acostumbramos. Manzo murió por intentar gobernar con dignidad, simbolizando al México abandonado por el poder. Que en paz descanse. Al tiempo…

DETALLES. La semana pasada, Claudia Sheinbaum fue declarada persona non grata por el Congreso de Perú, un hecho que refleja el deterioro diplomático que atraviesa México. Las decisiones impulsivas y cargadas de tintes políticos están afectando su credibilidad en el ámbito internacional.

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