Opinión

Columna Itinerante: Feminicidios: el odio como cultura

Feminicidio en la Cuauhtémoc
Feminicidio (Gemini)

El odio hacia las mujeres que se transforma en ataque y termina en homicidio, posee causas subjetivas personales —de acuerdo con cada caso— que se entrelazan con aspectos políticos y culturales. Por lo tanto, si se desea llegar a una comprensión amplia de tales crímenes, es importante abordar todas las variables implicadas.

El cuerpo, la persona, el lugar de la mujer…de pronto es tomado e invadido estrepitosamente por el insulto, el desdén, la degradación, el golpe y el ataque directo de otro hombre. Se trata de una pareja que pelea, una que golpea y la otra que recibe una agresión directa. Unas cámaras, en la distancia e indiferencia de los mecanismos eléctricos de sus componentes, va registrando paso a paso lo sucedido, lo que horas más tarde se hará viral. Gritos, golpes, disparos…unos portazos de la puerta de una camioneta, un arrancón hacia un destino incierto. Horas más tarde, dos muertes, primero ella, volcada en una brecha, él, apareció muerto en un hotel, se presume suicidio. La cobardía consumada, “la mato y me mato” así, sin más. El dolor de familiares y amigos, junto a la consternación social, muchas incógnitas que, seguramente quedarán diseminadas por todo el aire contaminado de esta ciudad, a la espera de un nuevo “tren del mame” que olvide lo sucedido cual Alzheimer colectivo; pasando la semana nadie recordará, la atención y memoria TikTok no tienen la capacidad de registrar y resistir, sólo de transitar sin sentido.

Cuando el diálogo se vuelve imposible, cuando una de las parte no consigue expresar de manera respetuosa lo que desea decir, cuando se opera con el supuesto de que el cuerpo de la mujer es propiedad del hombre, cuando no se puede reconocer la pérdida, el fin de una relación y se pretende procesar de las peores maneras ese dolor, transformándolo en ataque, es entonces cuando irrumpe la violencia del insulto, el golpe y el crimen.

Muchos de los casos de violencia hacia la mujer se pueden leer a la luz de una pérdida de referentes que integren y tranquilicen al hombre: el varón, al verse acorralado, al perder algo tan precisado como su pareja, a la cual, equivocadamente siempre ha visto como de su propiedad, experimenta angustia, miedo, mismas que transforma en una rabia paradójica y patológica, hacia la persona que le hace pasar por eso, precisamente porque le ve como algo que le da cohesión, seguridad. ¿Remanente quizás de muchos berrinches infantiles que no fueron atendidos en su momento? ¿Aprender a saber perder? ¿Respetar la integridad de los demás, por más que sean diferentes sus posturas, ideas y decisiones?

¿A qué mata un asesino? Es una pregunta que abre un interrogante sobre la motivación y sentido subjetivo de un crimen. ¿qué fue lo que intentaba matar cuando mató? ¿Será acaso que deseaba dar muerte o fue un acto agresivo que “se pasó de la raya”? El acto de matar a la pareja como una forma de reivindicación del hombre, de su supuesto honor y hombría (“Me estaba viendo la cara de pendejo” –declara más de un hombre durante la confesión de su crimen) representa un acto sin retorno donde la violencia pudo más que el respeto a la liberta de la otra persona, la aceptación del fin, de la pérdida o transformación de la relación que el deseo puro y arrebatado de destruirlo todo, una verdadera dificultad de integrar las experiencias variadas de la vida, aquellas agradables y desagradables, tanto las que pueden expresar una cierta importancia, valor, éxito, así como también aquellas de dolor, pérdida, fracaso y lamento, sin ceder a la tentación de transformarlas en sufrimiento para sí mismo y para los demás, principalmente para la pareja.

*El autor es psicoanalista, traductor y profesor universitario. Instagram: @camilo_e_ramirez

       

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