La semana pasada hubo gran movimiento en el Teatro Milán, ya que se reestrenó la puesta en escena El pecado mejor cometido. En lo personal, no había tenido oportunidad de verla y este era el momento. Ahí estaba, sentado en mi butaca —muy buenos asientos, por cierto— cuando se levanta el telón.
La obra cuenta la historia de Hermes y Edith, dos jóvenes con un matrimonio ejemplar que siguen al pie de la letra las buenas costumbres y los cánones que la palabra de Dios impuso hace más de dos siglos. Sin embargo, unas visitas inesperadas lo cambian todo y sacan a flote el lado oscuro de esta singular pareja.
No paré de reír con esta comedia mordaz que se burla de las terapias de conversión a más no poder. Como diría nuestro ilustre poeta michoacano, Juan Gabriel: “Lo que se ve no se juzga”. No quiero adelantarles la trama, pero está divertidísima y el elenco es un diez. Pablo Perroni, verdaderamente eres el Rey Midas: todo lo que tocas se vuelve maravilloso. Su personaje de Hermes me encantó.
Además, está rodeado de grandes actores como Andrea de Fátima, José Ramón Berganza, Paola Arrioja, Daniel García y Paola Madrigal. El texto es de Emiliano Ferreira y la dirección, de Amanda Farah. Esta obra podría ser un excelente regalo para el intercambio, ya que estará en escena hasta el 30 de diciembre, solo los martes. Vale muchísimo la pena.
Y hablando de teatro, por fin vi la obra de la que todo mundo habla: El adiós, dirigida por Boris Schoemann, quien lleva el texto de Mireille Bailly al siguiente nivel. Es una delicia ver en escena a Alejandro Calva, Esther Orozco, Fernando Bueno, Constantino Morán, Pilar Boliver y Emmanuel Pavía.
Solo a Boris se le ocurriría reunir a este gran cuerpo de histriones para contar una historia llena de toxicidad —como dicen los chavos hoy—, donde los papeles se invierten: aquí son los padres quienes no dejan ir al hijo del nido. Lo retienen, lo asfixian; la pobreza y las circunstancias vuelven todo caótico cuando él les confiesa que tiene novio.
Y la cosa se pone aún mejor —parezco vieja chismosa— cuando los padres del novio van a conocerlos. Calva y Esther Orozco están extraordinarios: son el matrimonio más asfixiante que he visto, aunque seguro la realidad podría superarlos. Fernando… qué tamaño de histrión, pocas veces había visto semejante talento; mis respetos.
Constantino Morán y mi adorada Pilar Boliver logran una dupla perfecta como los padres “de abolengo”. Y Emmanuel Pavía como el novio… ni mandado hacer. El final es muy bello. Felicidades a todo el elenco, y a mi querido Boris: gracias por esta joya que nos trajiste. Ya espero los Anti Navideños.
Lamentablemente, solo le queda este fin de semana. Yo que ustedes corría al Teatro Santa Catarina a comprar boletos, porque incluso mientras estaba ahí veía entrar gente que ya no alcanzaba entradas. ¡Ya se la saben!
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