Ante el endurecimiento de las políticas migratorias y de emisión de visados del gobierno de Estados Unidos, Canadá encontró una oportunidad para atraer a los viajeros mexicanos que buscan un destino menos hostil, sin embargo, esa oportunidad se quedó en el discurso de quienes representan al turismo canadiense en México, porque desde el propio gobierno de Canadá los procesos no son distintos y, en muchos casos, resultan más complejos.
Canadá sostiene que no exige visa a los mexicanos, lo cual es cierto solo en parte. Pide una Autorización Electrónica de Viaje (eTA), pero únicamente para ciudadanos que tengan una visa estadounidense vigente o que hayan tenido una visa canadiense en los últimos diez años. En términos prácticos, esto significa que solo quienes ya están autorizados para entrar a Estados Unidos pueden acceder a ese permiso.
Además, la autorización electrónica solo es válida para llegar por vía aérea. Si un mexicano viaja por crucero o intenta acceder por la frontera terrestre, la eTA no sirve: debe tramitar una visa completa para poder ingresar a Canadá.
Ahí aparece el verdadero problema. Los requisitos y los tiempos de procesamiento de visas, tanto a través de la oficina externa de la embajada como del servicio consular, son indefinidos. No existe un plazo claro y eso complica cualquier intento de planear un viaje. Igual que ocurre con la visa estadounidense por primera vez, es necesario iniciar el trámite con un año o incluso un año y medio de anticipación para evitar contratiempos.
Tampoco hay forma de comunicarse con las autoridades consulares. Todo opera en un entorno de hermetismo, muy distinto a la imagen cálida que proyectan en sus escasas campañas. Esa bienvenida amable simplemente no aparece cuando el viajero necesita un visado.
En la práctica, Canadá no recibe al turista mexicano como lo plantean sus campañas, a pesar del nivel de gasto que aportan nuestros visitantes. Incluso para un visado de tránsito el procedimiento es el mismo, lo que convierte a Canadá en un destino poco accesible para quienes no cuentan con visas previas.
Solo Copa Airlines conecta a Venezuela
Después del aumento de tensiones entre Estados Unidos y Venezuela, las pocas aerolíneas internacionales que aún operaban en Maiquetía suspendieron sus vuelos: TAP, Iberia, Turkish Airlines, Avianca, Air Europa y LATAM. Hoy solo continúan actividades Copa Airlines, con su ruta Panamá–Caracas, y Wingo, que une Bogotá con la capital venezolana.
Venezuela queda prácticamente aislada, con esas dos rutas como únicas opciones de conexión internacional.
La estatal Conviasa mantiene operaciones irregulares hacia algunos destinos, entre ellos el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles una vez por semana, aunque con frecuentes cancelaciones y ajustes de itinerario.
JOSÉ ANTONIO LÓPEZ SOSA

