Jorge Romero, dirigente nacional del PAN, anda vendiendo la idea de que el partido está “renaciendo” y que ahora sí van a quitarle poder a Morena. Según él, vienen cambios tan drásticos que casi casi van a parecer otro partido… aunque con el mismo estilo panista de siempre. El plan arranca con decirle adiós al dedazo elegante: ahora las candidaturas se van a elegir por encuestas o por elecciones abiertas, como si estuvieran descubriendo que la gente también opina. También juran que cualquier ciudadano podrá competir, sobre todo si trae liderazgo comunitario, académico o social. En resumen: si no encuentran buenos perfiles adentro, pues que vengan de afuera. Otro movimiento es la afiliación exprés, que podrá hacerse con un clic desde una app. El sueño de Romero es sumar miles de nuevos militantes como si estuvieran repartiendo cupones. La apuesta es modernizarse… aunque nadie sabe si eso no terminará en una avalancha de militantes fantasmas. Para evitar que los mismos de siempre sigan rotando los cargos, metieron la regla de alternancia obligatoria en las dirigencias: una mujer, luego un hombre, luego una mujer, y así. Dicen que es para reflejar una nueva etapa, pero muchos lo leen como “ya nos cacharon que siempre somos los mismos cuates”. Romero también quiere formar un “nuevo ejército panista”. Su tirada es competirle a la maquinaria de Morena. Y, como broche, presentaron una nueva doctrina centrada en los valores de “patria, familia y libertad”, que básicamente es una refrescada de los principios conservadores de toda la vida, pero envuelta en un discurso más aspiracional. Al final, todo huele a rebranding político: el PAN intenta mostrar que entendió que el país ya cambió, mientras Morena sigue dominando sin despeinarse.
Laura Ballesteros no quiere políticos basura. sociales para seguir la innovadora estrategia. La legisladora de MC lanzó una nueva forma de rendir cuentas: sin lonas, sin plástico y con los recursos del informe reinvertidos en la comunidad. Su idea es romper con el modelo tradicional que inunda las calles de propaganda y contamina sin ofrecer resultados. En lugar de gastar los 52 mil pesos que recibe para su informe, Ballesteros los pondrá a disposición de la ciudadanía para instalar una cancha de futbol en la alcaldía Benito Juárez (CDMX), cuyo lugar será elegido por la propia comunidad. Una manera fresca de desmontar viejos estereotipos de la política y de apostar por acciones concretas. Bien por la iniciativa. Tocará seguir sus redes para ver cómo evoluciona esta estrategia.