Hace unos días, en la Alcaldía Miguel Hidalgo —bastión de la libertad— se realizó un homenaje a presos políticos organizado junto con la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), el Foro América Libre y el Instituto Casla. Durante el acto se presentó la exposición fotográfica Voces de luz en medio de la oscuridad, integrada por 22 imágenes de presos políticos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, y cuya muestra es una exposición itinerante que se estará presentando en varios puntos de la alcaldía. La muestra incluye una sección dedicada a mujeres presas políticas y un espacio especial para jóvenes de México con el fin de recordar que, tanto en la región como en nuestro país, muchos jóvenes han sido detenidos injustamente por alzar la voz, protestar o denunciar abusos. Las detenciones arbitrarias y los abusos cometidos por quienes deberían proteger a nuestra juventud, posteriores a la marcha del 15N, son motivo de preocupación y dejaron claro que se intentó silenciar a la Generación Z de manera directa, un patrón propio de cualquier régimen autoritario.
Hablar de presos políticos no es un asunto de bandos ni de ideologías. Es hablar de personas a quienes se les quitó la libertad porque lo que dijeron, denunciaron o representaron resultó incómodo para quienes detentan el poder. Un preso político no está en prisión por una causa justa, está ahí porque el sistema decidió castigar su voz. Cuando eso ocurre queda claro que algo profundo se ha roto en el funcionamiento de un país.
Otro error frecuente es creer que los presos políticos pertenecen a un solo sector. La realidad demuestra lo contrario. Hay personas de derecha, de izquierda y de todas las corrientes posibles, y la legitimidad de su condición no depende de su orientación política. Son estudiantes, trabajadores, activistas, periodistas, maestros, campesinos, profesionales, personas conocidas y otras completamente anónimas. En muchos casos ni siquiera estaban vinculadas a movimientos políticos antes de levantar la voz por una injusticia. Esa diversidad confirma que este problema no afecta a un grupo aislado sino a la sociedad entera.
La importancia de visibilizar a estas víctimas es enorme. Guardar silencio solo beneficia a quienes abusan del poder. Cuando los casos se olvidan, el mensaje que recibe el Estado es que puede seguir callando voces que le incomodan sin enfrentar consecuencias. En cambio, cuando la sociedad habla y nombra a quienes están privados de libertad, se rompe el aislamiento y se recuerda que la justicia sigue pendiente. Visibilizar funciona como una defensa colectiva porque, si una persona es encarcelada injustamente, cualquiera podría ser la siguiente.
El encuentro en Miguel Hidalgo buscó precisamente romper ese silencio, aunque su intención no fue del agrado del régimen morenista. Medios afines al oficialismo criticaron el encuentro y lo acusaron de ser un espacio de ultraderecha, lo que evidencia la incomodidad que genera cualquier esfuerzo por exponer la existencia de presos políticos. Resulta preocupante que se recurra a etiquetas ideológicas para descalificar un acto cuyo único propósito fue honrar a víctimas de injusticia.
Cada preso político representa una señal de alarma que advierte sobre el riesgo que enfrenta la libertad de expresión. No se trata de historias aisladas sino de un sistema que castiga la crítica y teme a la verdad. Detrás de cada persona detenida injustamente hay una familia que sufre y un proyecto de vida suspendido.
Mientras exista un preso político, la libertad de todos permanecerá incompleta. Mantener el tema presente, denunciar, acompañar y hacer memoria es un acto humano, no un acto partidista. Resulta doloroso ver que aún se insista en presentar el tema como una disputa ideológica porque esa visión deshumaniza a las víctimas y facilita que estas injusticias continúen.
Celebro que el alcalde de Miguel Hidalgo se sume a las voces que impulsamos esta causa. Su voluntad de abrir espacios públicos para dar visibilidad a quienes han sido silenciados refleja firmeza y valentía, cualidades que merecen ser reconocidas. Al tiempo…
DETALLES. Mi reconocimiento para Fernando Rodríguez Doval por la presentación de su libro “El poder desmedido” y para Julio Castillo por la presentación de “27 Reglas del Líder Humanista”, ambos presentados en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. ¡FELICIDADES!
Mariana Gómez del Campo, Secretaria de Asuntos Internacionales del CEN del PAN y Presidenta de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA).

