El cerebro humano es extraordinario, y no existe un estándar fijo para definir qué es “normal”.. Si bien los manuales de diagnóstico psiquiátrico son útiles, en casos como el autismo, la dislexia, el TDAH, la discapacidad intelectual o los trastornos emocionales y de comportamiento, la línea entre variación normal y problema no siempre es clara.
En las últimas décadas, estudios han demostrado que los trastornos mentales suelen combinar debilidades con fortalezas. Por ejemplo, las personas con trastorno del espectro autista (TEA) a menudo sobresalen en áreas como programación, matemáticas o trabajo con sistemas complejos. Son muy hábiles para detectar detalles en patrones y suelen obtener mejores resultados en pruebas de inteligencia no verbal, que en pruebas verbales. Reconociendo el valor de sus capacidades únicas, las empresas tecnológicas buscan activamente personas con TEA para trabajos que requieren sistematización, como la gestión de bases de datos o la detección de errores en código.
La dislexia, tradicionalmente vista como una dificultad de aprendizaje, también puede implicar ventajas. Quienes la tienen suelen destacar en habilidades visuales-espaciales, como identificar objetos imposibles, procesar imágenes borrosas y captar información visual periférica rápidamente. Estas destrezas son ideales para profesiones que requieren pensamiento tridimensional, como la astrofísica, la biología molecular, la genética o la ingeniería.
El síndrome de Williams, aunque causa retraso en el desarrollo y discapacidad intelectual leve a moderada, se asocia con habilidades musicales excepcionales y una notable capacidad para aprender escuchando. Las personas con síndrome de Down son reconocidas por su calidez y amabilidad. El síndrome de Prader-Willi se caracteriza por hipotonía muscular, dificultades alimenticias, hiperfagia y obesidad, pero también por una fuerte inclinación a cuidar de otros, mostrando un instinto parental elevado y disfrutando de trabajar con animales o niños.
Jóvenes con TDAH y personas con trastorno bipolar suelen mostrar una mayor creatividad y búsqueda de la novedad, rasgos que pueden ser ventajas en muchos ámbitos de la vida. La persistencia de estos trastornos en la genética humana ha llevado a científicos a considerar que podrían haber tenido ventajas evolutivas. Por ejemplo, la capacidad de sistematización de personas con autismo pudo ser crucial para la supervivencia en la prehistoria. Temple Grandin, zoóloga y profesora con autismo, sugiere que innovaciones como la primera lanza de piedra pudieron surgir de personas con síndrome de Asperger. El pensamiento tridimensional de la dislexia habría sido útil para diseñar herramientas o rutas de caza en culturas sin escritura. Los síntomas del TDAH, como la hiperactividad y la impulsividad, habrían sido útiles en sociedades cazadoras-recolectoras para responder rápidamente a estímulos. Incluso la fase maníaca del trastorno bipolar podría haber favorecido el éxito reproductivo por su alta energía y creatividad.
Estos hallazgos sugieren que los trastornos mentales deben ser vistos desde una perspectiva de diversidad, reconociendo tanto fortalezas como debilidades, como variaciones positivas y no como discapacidades y celebrando la riqueza que aportan a la sociedad.
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