El domingo 21 de diciembre a las 16:03, la Tierra habrá alcanzado el solsticio de invierno para el hemisferio norte. Es el momento en que nuestro planeta, inclinado en su eje, hace el movimiento para que el polo norte más alejado del Sol. La luz que nos llega es escasa, el día se vuelve el más corto y la noche se vuelve la más larga del año.
El invierno, observado desde la sabiduría espiritual y también desde la Geometría Sagrada, se asemeja a un período de hibernación. Es correcto visualizarlo como un hexaedro —un cubo—, figura que simboliza la densidad, la materia y el mundo físico. Esta forma geométrica nos recuerda nuestra relación íntima con el cuerpo, los huesos, la estructura que sostiene a nuestro templo en este plano.
El invierno nos anima a detenernos, a reducir la velocidad, a mirar hacia dentro como la tierra que se recoge para conservar su energía. Este tiempo de detenimiento puede sentirse como una pausa en el ritmo habitual, como si el mundo se tornara más lento.
Pero lejos de ser aburrido o melancólico, es una oportunidad consciente para revisar lo que ha sido, cerrar capítulos y fortalecer aquello que deseamos ver crecer cuando la primavera llegue. Es un llamado a observar con meticulosidad nuestras finanzas, nuestras relaciones, nuestros proyectos; a hacer cuentas claras, precisas y detalladas, dando pasos firmes hacia una salud económica robusta.
Aunque, en muchos lugares con el frío del invierno no nos dan ganas de movernos, es muy bueno hacer movimientos como los del Tai Chi, de las artes marciales suaves, y ejercicios de repeticiones deliberadas. Estos gestos promueven la salud del sistema músculo-esquelético y mantienen el flujo vital, incluso cuando la naturaleza parece inducir a la quietud.
Desde la Geometría Sagrada, el cubo —o hexaedro— facilita estos movimientos: su estructura es estable y equilibrada, recordándonos que el cuerpo es nuestro primer hogar. El invierno también es un tiempo excelente para reordenar lo material: llevar una buena contabilidad, hacer higiene financiera, revisar cifras con detenimiento.
La lentitud del invierno favorece la precisión y la claridad mental necesarias para planear unas finanzas sanas, expansivas y fuertes que nos permitan proyectar lo mejor para la primavera que viene. Si debe algo, intente pagarlo, y si no, comience a planear una inversión o ahorro. Lo que siembre ahora será la base de futuras cosechas.
Recordemos que, aprovechar las frecuencias de los ritmos de la naturaleza es, en esencia, alinearse con la sabiduría con la que también vivían nuestros ancestros, desde la observación y el mucho menos ruido externo.
Que tengamos un invierno provechoso y disfrutable, pleno de conciencia para su ser y para la gentileza corporal. Que nos sanemos a través de los abrazos con nuestros seres queridos. Que nos sepamos valorar y aprovechar el tiempo que pasemos juntos. Muy, muy feliz Navidad para el mejor público del mundo: ustedes.

