Opinión

#PolíticaConfidencial: Salinas Pliego arma la posada… pero de golpes verbales contra Morena

Salinas Pliego calificó de “gran mentira” los señalamientos sobre el pago de impuestos y cuestionó la gestión de Sheinbaum.
Salinas Pliego calificó de “gran mentira” los señalamientos sobre el pago de impuestos y cuestionó la gestión de Sheinbaum.

Ricardo Salinas, dueño de Azteca, Elektra, etc... volvió a prender la mecha en redes y no se guardó nada. A unos días de Navidad, el empresario se lanzó con todo contra la secretaria federal Citlalli Hernández, a quien acusó de “incitar al odio y a la violencia” desde un cargo público y de buscar que 12 mil 480 familias mexicanas se queden sin empleo justo en estas fechas. El tono no fue casual ni suave. Salinas habló de “hambre de venganza”, una frase que en su diccionario equivale a decir que esto ya no va solo de política, sino de cuentas personales. Para rematar, dejó caer una bomba dirigida directo a Morena: si el partido midiera el peso de las palabras y sus consecuencias, ya la habrían despedido. El mensaje no pasó desapercibido. En plena temporada navideña, con el país en modo posadas y aguinaldos, Salinas puso sobre la mesa una narrativa incómoda para el oficialismo: la de un gobierno que —según él— estaría dispuesto a sacrificar empleos con tal de ganar una batalla política. Y como suele pasar cuando Salinas Pliego habla, el tema no se quedó en X. En círculos políticos ya se comenta si esto es solo otro round del empresario contra la Cuarta Transformación… o el arranque de un conflicto mayor que podría escalar justo cuando Morena intenta vender unidad, calma y espíritu navideño. Porque si algo quedó claro es que, para Salinas, esta pelea ya no es técnica ni administrativa: es personal. Y en política mexicana, cuando alguien usa esa palabra, rara vez es la última vez que habla del tema.

Mientras en Palacio Nacional se insiste —otra vez— en la austeridad republicana y ahora hasta franciscana, en la Carrera de San Jerónimo, pero versión Madrid, la vida parece transcurrir con otro ritmo… y otro presupuesto.

Quirino Ordaz, embajador de México en España, y su esposa Rosy Fuentes no pasan desapercibidos en la capital del reino. Basta darse una vuelta por las redes sociales de la ex primera dama de Sinaloa para asomarse a un desfile constante de fiestas, conciertos VIP, pasarelas, cenas elegantes y eventos sociales que poco o nada conectan con el discurso que durante años abanderó la 4T.

El episodio más reciente llamó especialmente la atención: Emmanuel y Mijares en Starlite, desde un palco, como se debe. Antes y después, más postales de la buena vida madrileña: outfits de gala, eventos exclusivos y una agenda social que haría palidecer a cualquier influencer aspiracional. Todo muy glam, todo muy “dolce vita”, pero muy lejos de la narrativa de sobriedad que predicaba Andrés Manuel López Obrador y que ahora Claudia Sheinbaum intenta mantener como estafeta política.


El contraste es evidente y, para muchos dentro del propio movimiento, incómodo. Porque no se trata solo de gustos personales, sino de símbolos. En un gobierno que ha hecho de la austeridad un eje moral, la exhibición constante de lujos desde una representación diplomática no pasa desapercibida ni se lee como un simple asunto privado.

En corto, el mensaje se enreda: mientras en México se pide apretarse el cinturón y se presume sencillez como virtud política, en Madrid el embajador parece vivir en modo alfombra roja. Y aunque nadie ha dicho que esté prohibido disfrutar conciertos o fiestas, la pregunta flota sola: ¿esa es la imagen que quiere proyectar la nueva era del gobierno mexicano en el extranjero?

Porque una cosa es representar al país… y otra muy distinta hacerlo con champaña, pasarela y palco incluido.

Tags

Lo Último