Opinión

El regalo más valioso en la Navidad

Estrella de navidad
Estrella de navidad (White/Connect Images / White)

Esta Navidad, como muchas, es una oportunidad para reflexionar y meditar en todos los regalos que tenemos y que damos por sentados. Si tenemos salud, si tenemos la oportunidad de movernos de un lugar a otro, si gozamos de nuestros cinco sentidos, o los que tengamos.

Si tenemos la oportunidad de saber leer, escribir, tener habilidades y conocimientos. Si tenemos recuerdos integrados como experiencias a nuestro ser. Si tenemos un acervo de sabiduría por lo aprendido. Si tenemos un espacio en la vida de las personas. Si en ese espacio de nuestro corazón atesoramos afectos y amores. Si nos podemos preciar de todos los “ya sé lo que se siente vivir esto o aquello”.

Si aquilatamos lo aprendido tanto de los buenos como de los malos momentos. Si tenemos la capacidad de darnos cuenta de lo que estamos sintiendo, pensando, haciendo. Si recibimos apoyo de manos hermanas y amigas, sin esperar nada a cambio. Si somos capaces de reír a carcajadas, sobre todo de lo que ya atravesamos y que en su momento nos pudo lastimar. Y tantas y tantas pequeñas grandes fortunas de las que nos podemos preciar y que, muchas veces, damos por seguras.

Vamos a recibir uno o varios regalos en la Noche Buena, o tal vez no, pero realmente ya tenemos varios regalos sobre la mesa de nuestra preciada vida. Cualquiera que sea el escenario, haga una pausa para permitirse reconocer todos y cada uno de los regalos que la vida a través de todo y de todos, le ha otorgado.


Muchas veces, nos sentimos carentes porque nuestra vista está puesta en todo lo que no tenemos, pero como falta. Es posible darle un giro a esta perspectiva, si somos conscientes de lo adverso que no tenemos, y agradecerlo. También de todo lo que sí nos es regalado.

El mensaje del más grande maestro del amor que ha pisado la Tierra, Jesús, nos invita a no mirar hacia afuera, sino hacia dentro, donde yace todo lo que representa un tesoro para nosotros. No son las cosas, ni las personas, ni las pertenencias, sino el significado que estas tienen en nosotros, en cómo las vivimos, y cómo las valoramos. Al final, aquello que nos mueve, que nos hace sentir bien, en unidad con la vida, en gozo, en expansión, siempre, tiene que ver con el amor.

Este 25 de diciembre, le hago a usted una invitación desde mi corazón al suyo. Le invito a reconectar, recablear, y rencontrar todo aquello que le da sentido y valor a su vida. A reconocer o conocer todos aquellos regalos que continua y constantemente recibe de Dios, de la vida, de la inteligencia superior, de lo que usted conciba como esa fuerza que le sostiene, que le abraza, que le ha levantado y provisto cuando ha sentido que todo estaba perdido.

Le invito a vivir el amor como la experiencia que es, que todo lo envuelve, que todo lo contiene, que todo lo mueve, que todo lo logra, que todo lo pacifica, que todo lo vuelve milagroso y divino. Ese es el amor crístico, el amor vivo del maestro Jesús. Pase una Navidad de regalos inesperados. Ábrase a recibir, porque usted también es un regalo.

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