Las elecciones generales celebradas en Honduras el 30 de noviembre de 2025 dejaron un mensaje político contundente. En un contexto de polarización, desgaste institucional y desconfianza acumulada, la ciudadanía decidió expresarse a través del voto en unos comicios muy disputados. La participación fue alta, pese a un ambiente tenso, lo que reafirmó el compromiso democrático de los hondureños.
Tras un proceso de escrutinio prolongado, técnicamente complejo y marcado por demoras deliberadas en la publicación de resultados, el Consejo Nacional Electoral (CNE) declaró que Nasry “Tito” Asfura, candidato del Partido Nacional, fue electo presidente de Honduras con aproximadamente 40.27 % de los votos.
Asfura superó por un margen estrecho a Salvador Nasralla, del Partido Liberal, quien obtuvo cerca del 39.53 % de la votación.
En tercer lugar quedó la candidata de Libertad y Refundación (LIBRE), Rixi Moncada, con alrededor del 19.19 % de los votos.
Otros partidos políticos participantes, obtuvieron porcentajes menores que no influyeron de manera significativa en la disputa presidencial, conforme a los listados del CNE.
El régimen encabezado por la presidenta saliente Xiomara Castro, del Partido LIBRE, hizo todo lo posible por desvirtuar el resultado electoral. Durante semanas, el oficialismo cuestionó el avance del conteo, exigió recuentos especiales, promovió presiones políticas para detener la publicación de datos y buscó desacreditar el trabajo del CNE. Estas acciones se produjeron tras confirmarse que el partido oficialista había quedado fuera de la disputa por la presidencia, generando una crisis de legitimidad que afectó la percepción pública del proceso.
La campaña de Asfura se sustentó en una plataforma enfocada en empleo, seguridad, fortalecimiento del Estado de derecho y creación de condiciones favorables para la inversión. Estas propuestas, documentadas en su plan de gobierno y en entrevistas públicas, conectaron con una ciudadanía preocupada por la economía, la inseguridad y la falta de oportunidades. Su perfil como exalcalde de Tegucigalpa y su trayectoria administrativa le permitieron presentarse como una opción de gestión más que de discurso.
El retraso en la publicación de los resultados fue utilizado por sectores políticos y mediáticos para sembrar dudas sobre la integridad del proceso, pese a que la normativa electoral contempla verificaciones exhaustivas y mecanismos para garantizar la validez de los votos. Intentar invalidar una elección porque no favorece a quien gobierna constituye una práctica contraria a los principios democráticos. La proclamación de Nasry Asfura fue respaldada por reconocimientos internacionales que reforzaron la legitimidad del resultado y permitieron avanzar hacia una transición política ordenada, más allá de las disputas internas.
En el plano regional, la victoria de Asfura confirma una tendencia clara, la derecha gana espacios en América Latina tras el desgaste de proyectos de izquierda que no lograron ofrecer estabilidad, seguridad ni crecimiento sostenido en varios países de la región. Honduras se suma así a un giro regional en el que el cambio político se logra por la vía democrática y donde la voluntad popular debe respetarse sin intentos de deslegitimación.
DETALLES.Que el 2026 traiga bendiciones, salud, estabilidad y buenos momentos; un año de decisiones firmes y acertadas, así como de trabajo fructífero y responsable frente a la profunda crisis que vive México, consecuencia de la destrucción institucional, económica y social provocada por el régimen morenista. Que marque el punto de inflexión para que en 2027 gane la democracia y comience la reconstrucción de México, con legalidad, certidumbre y futuro para todos los mexicanos. Mis mejores deseos.
¡DEFENDAMOS MÉXICO! ¡PATRIA, FAMILIA Y LIBERTAD!
Mariana Gómez del Campo, Secretaria de Asuntos Internacionales del CEN del PAN y Presidenta de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA).
