Ubicado en el corazón de Campos Elíseos, Chévere no es solo un restaurante, es una declaración de actitud ante la vida. Inspirado en la expresión caribeña “chévere” —que significa “todo está bien”—, este lugar propone una experiencia gastronómica donde el sabor, la música y el ambiente se entrelazan para que, desde que llegas hasta que te vas, todo esté, efectivamente, muy bien.
El concepto, bastante elegante, es obra del reconocido chef Javier Plasencia, quien ha sido galardonado con una estrella Michelin y ha logrado consolidar una propuesta que equilibra sofisticación con cercanía.

Chévere celebra el mestizaje culinario con una carta que entrelaza lo mejor de la cocina mexicana, francesa y japonesa, apoyada en ingredientes frescos, productos de alta calidad y una clara influencia marina.
Su cocina es internacional, sí, pero con carácter: cada platillo parece contar una historia donde confluyen técnicas clásicas y sabores contemporáneos.
El menú
Se compone de una muy buena selección de platillos en seis apartados: Frutos del mar, aperitivos fríos, aperitivos calientes, ensaladas sopas y pastas, platos principales y postres.

De todos ellos podrás pedir almejas de temporada, abulón de Ensenada, callo de hacha o tacos de lechón, de cachete de res o de pulpo al carbón, como entrada.
De plato fuerte es muy recomendable el pollo provenzal, pescado a la sal o el zarandeado o las costillas de cordero, por mencionarte solamente algunos.
¿Dónde está?
Se ubica en el segundo piso de un edificio de Campos Eliseos 295, donde antes estuviera Makoto, de cocina japonesa. Al traspasar la puerta te darás cuenta que prevalece una atmósfera elegante por sus cortinajes teatrales en color azul turquesa, meseros con un monograma vistoso con las iniciales CH, que recuerda a la tipografía de los productos Carolina Herrera, lámparas doradas de flecos y una iluminación tenue que dan la sensación del glamour tropical de los años 50.

Cuenta con una terraza bastante agradable porque aprovecha las ramas delos árboles de la calle, pero que en estos días de lluvia no se puede disfrutar. Todo aquí se conjuga para que el comer se convierta en una experiencia agradable.
Sugerencias
Nosotros probamos el menú Chévere, un recorrido por algunos de sus imperdibles. Para empezar, mi acompañante pidió una sopa de cebolla, exquisitamente preparada con tres tipos de quesos: gruyére, emmental y comté, de sabor reconfortante, aunque en mi opinión, debería servirse en un pan rústico o campesino en lugar del tazón que emplean, para lograr ese contraste entre la sopa caliente, el pan húmedo y la corteza crujiente que resulta más atractivo para el paladar.
De sabor equilibrado y muy bien ejecutada enfrente del comensal, la Ensalada César resultó una deliciosa opción por su frescura y sabor único.

Como plato fuerte, el risotto de hongos nos dejó con ganas de probar más por su intenso sabor porque esta versión es preparada con hongos asados y espuma de queso parmesano, mientras que la milanesa de pollo tiene un sabor casero y se acompaña de una ensalada petite.

El cierre dulce lo dio un pastel de tres leches cremoso y bañado con una salsa de rompope... un clásico que jamás decepciona.
Ambiente
El restaurante también apuesta por las experiencias sensoriales. De miércoles a sábado por la noche, ofrece shows de música en vivo: desde propuestas íntimas con voces femeninas y teclados suaves los miércoles, hasta noches más animadas con sonidos de los 60 y 70 en fin de semana. Todo esto, en un ambiente que invita a quedarse un poco más a brindar o conversar.
Chévere es un restaurante donde cada detalle está pensado para hacerte sentir bien. Un lugar donde el tiempo se detiene y la multiculturalidad se convierte en sabor. Sin duda, un nuevo imperdible en la agenda culinaria de la Ciudad de México.